BLOGOSFERA

Javier Carnero Sierra

Siempre tarde, casi siempre mal


Mucho se ha escrito en estos días de aquel 28 de febrero de 1980, ese jueves, en el que los andaluces llenaron las urnas de ilusión y de alegría. Fueron meses, más bien años de reivindicaciones, de lucha en los ayuntamientos, en las diputaciones, y cuantas más trabas se nos ponían, más demostrábamos que queríamos regir nuestro futuro, queríamos iniciar el tránsito de aquella tierra sometida y esquilmada, a la que la derecha siempre trató con altanería y con desprecio, incluso en su capacidad de decidir, hacia la Andalucía actual, que afortunadamente nada tiene que ver con aquella región.

Pero incidir en algo que la historia ya ha contado en multitud de ocasiones no es bueno, máxime si el que suscribe no es historiador.

Por eso voy a tratar de centrarme en lo acontecido en las últimas semanas, al objeto de intentar comprender lo incomprensible y que no es otra cosa que este fervor andalucista del que se ha revestido la derecha de nuestra tierra.

Escuchar al consejero de la Presidencia afirmar que su gobierno es el más andalucista de la historia es como creer que la bruja de Blancanieves al darle la manzana la quería salvar de una ignominiosa vida de sufrimiento junto al príncipe azul.

Ver a los consejeros y consejeras acudiendo a la casa de Blas Infante a celebrar el Consejo de Gobierno es otra mascarada más de este gobierno instalado en la propaganda permanente, un gobierno que trabaja con ahínco persiguiendo tan solo un fin: hacernos perder nuestras cotas de autogobierno mientras nos rinde a la ultraderecha que quiere acabar con el Estado de las autonomías.

La derecha es consciente de sus errores, lo es siempre, incluso en el momento previo de cometerlos, y por ello lleva cuarenta años tratando de esconder que se opusieron con uñas y dientes a la autonomía andaluza. No creo que sea necesario recordarle al consejero portavoz lo que sus padres políticos nos decían en aquellas fechas: «Andaluz, este no es tu referéndum». Yo sé, y él también, que no se le ha olvidado, aunque su memoria sea claramente selectiva y bastante sectaria.

Querer apropiarse de la historia, incluso de la que ellos boicotearon, y contra la que lucharon es marca de la casa. Hacerlo con la frescura de obviar a la mayoría de los protagonistas creando una distinción con el nombre de uno solo es ya marca propia del actual PP andaluz. Porque muchos fueron los que por nuestra autonomía lucharon y ni puede ni debe personalizarse en uno, máxime cuando ese uno, como siempre hace la derecha, llegó tarde. Él al menos no llegó mal, en cambio los de ahora, como siempre, llegan mal y por supuesto cuarenta años tarde.

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