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Daniel Pérez Morales

Una Merced abierta a la ciudad


En los últimos días se ha reavivado el debate sobre los terrenos Astoria-Victoria anejos a la Plaza de la Merced. Un espacio que durante décadas ha vivido un total abandono, acrecentado en los últimos años desde su adquisición por parte del Ayuntamiento. En total nos gastamos algo más de 20 millones por impericia del propio equipo de gobierno, quedando aparcado durante una década, aportando sordidez a un enclave único.

 

Si algo ha quedado claro es que no podemos cometer los errores del pasado, los mismos que llevaron en 1.951 a construir una ‘Casa de Cultura’ a pesar de que ya era conocido que se encontraban los restos del teatro romano en ese emplazamiento, cometiendo un atentado contra el patrimonio que tardó años en ser reparado. Nuestra ciudadanía aprecia el cuidado al patrimonio, como sociedad hemos evolucionado para entender que nuestro legado debe también formar parte de nuestro futuro. Esto, precisamente motiva que haya surgido con fuerza un movimiento para pedir que la Merced quede abierta y no se construya un mamotreto en este lugar.

 

Málaga siempre ha merecido más. Nuestra historia se revela como un crisol de culturas. Recuerdo una tribuna que publiqué, en este mismo periódico, hace cuatro años donde aseveraba que nuestra ciudad, rica en historia, cultura y patrimonio ha permanecido silenciosa durante años, como quien no tiene nada que contar. Hablamos de una ciudad, Málaga, trimilenaria, forjada en una mezcla de civilizaciones: fenicia, romana o árabe hasta la toma por parte de los Reyes Católicos en el 1487. Con el paso del tiempo, nuestro vasto legado, quedó sepultado por las piedras, las construcciones y el alquitrán, esperando que algún día alguien rompa su silencio, como ha sucedido en la obra del Astoria-Victoria.

 

Imaginen el gran eje que podrían formar la Plaza de la Merced, con Calle Alcazabilla, una milla de oro cultural y arqueológica, único lugar del mundo donde se dan cita nuestra Alcazaba, en su conjunto con Gibralfaro, a los pies de un teatro romano, que finaliza con el museo de la ciudad, entremedias de una judería que alberga el Museo Picasso culminando en una gran plaza abierta, donde nació precisamente el genial pintor, poniendo en valor en ese espacio los restos hallados que nos explican los diferentes hitos de nuestra ciudad. Quizá, en los sueños de aquel pequeño Pablo, que nunca olvidó Málaga, estuviera la visión de una ciudad que protege su cultura y patrimonio en lugar de importarlo, a base de chequera, desde fuera con franquicias museísticas.

 

No hay duda. Estamos ante una oportunidad única que requiere de hombres y mujeres decididos, con coraje para apoyar que la Plaza de la Merced quede abierta, sirviendo para esponjar la almendra de una ciudad que hace tiempo llegó a su límite de carga urbanística. Es el momento de repensar Málaga ante un modelo de ciudad agotado, con la necesidad imperante de recuperar espacios para la ciudadanía, tal y como demandan nuestros vecinos y vecinas.

 

            En los últimos años hemos tenido que lamentar pérdidas patrimoniales irreparables como La Mundial, Villa Maya, infinidad de casas protegidas en el perchel, la casa natal de Canovas o los restos de asentamientos musulmanes recientemente destruidos en el entorno del Corte Inglés. Además, se encuentra en pésimo estado de conservación gran parte de la Alcazaba, así como algunos BIC como la ‘Fuente del Rey’ o la cripta de los Condes de Buenavista en la Basílica de la Victoria, lugares todos ellos que llevan años esperando actuaciones municipales que nunca llegan.

 

            La cabezonería de Francisco de la Torre no puede llevarnos a perder nuestra identidad. Es el momento de revelarse contra su postura cerrada de construir un edificio en los terrenos del Astoria-Victoria tapando con hormigón parte de nuestra historia reciente. Hace tiempo que este alcalde, más enfocado en enchufar cargos de confianza, esta semana ha sumado uno más a la lista y ya van 84, que en gobernar la ciudad en época de pandemia, perdió el pulso de la calle. Ya no representa a los malagueños y malagueñas. Y si no cambia su postura, si no escucha la voluntad de la ciudadanía, cometerá un grave error, un perjuicio histórico, en una parte de nuestra ciudad tan señera y única. Abramos la plaza, creemos una merced abierta a la ciudad. Por recuperar nuestro pasado, por avanzar hacia el futuro. 

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