BLOGOSFERA

Javier Carnero Sierra

El Rubicón


Se dice que Julio César cruzó el pequeño río de aguas de color rubí que desemboca en el Adriático y pronunció aquella frase sobre la que tanto se ha escrito a lo largo de siglos posteriores: «Alea iacta es». Y, efectivamente, desde ese momento la suerte estuvo echada. Ese pequeño río no era ni profundo, ni caudaloso, ni tan siquiera era difícil de surcar, pero sí significaba dar un paso simbólico, puesto que al cruzarlo se pasaba una línea de no retorno, ya que marcaba la frontera entre Italia, considerada entonces territorio de la Roma metropolitana, y la provincia de la Galia cisalpina, es decir, tierra conquistada. Estaba pues prohibido que los generales lo atravesasen en armas en dirección a Roma. César lo hizo con sus legiones y aquello evidenció que no tenía intención ninguna de dar marcha atrás en sus planes. El entonces cónsul de Roma los llevaría a cabo y a cualquier precio.

Hasta aquí, el hecho histórico, un hecho que con el tiempo nos sirvió para poder definir de manera precisa cuando alguien da un paso decisivo, un paso sin retorno, un paso que además supone un riesgo claro y evidente para quien lo da, puesto que tras el mismo ya no hay marcha atrás. Pues bien, el Gobierno andaluz esta semana cruzó el Rubicón, mejor dicho, el presidente del Gobierno de Andalucía lo cruzó, y lo hizo además de manera consciente y temeraria.

En sus tres años de gobierno, todas sus políticas, fundamentalmente en materia de salud, han estado basadas en la propaganda barata, en la publicidad desmesurada, en las buenas sonrisas y en esa manera campechana de dirigirse a la gente. Pero lo cierto es que tenía la hoja de ruta predefinida, el mapa trazado; de hecho, su estrategia había comenzado años atrás cuando ordenó poner en marcha plataformas contra la sanidad pública. El fin de las mismas era sencillo: desprestigiarla, cuestionarla, desacreditarla y denigrarla. A partir de ahí, era lógico que más temprano que tarde llegara a su propio Rubicón, y lo encontró en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno en Almería, donde sin pudor alguno o con desconocimiento total de la realidad, la verdad no sé cuál de las dos sería peor, tuvo la cachaza de afirmar que en nuestra sanidad pública no se había despedido a nadie. Es más, con rotundidad mantuvo que teníamos más trabajadores en el SAS estos días que en el mes de octubre del pasado año. Es evidente que el presidente de Andalucía no es Julio César, pero mucho me temo que la suerte está echada para nuestra sanidad pública.

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