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Sin libertad de prensa no hay democracia
Cualquier sociedad que aspire a ser libre tiene que ir de la mano de la libertad de prensa. Porque gracias a estos periodistas libres conseguimos que tengamos unos ciudadanos más justos y democráticos.
A través de los siglos, la historia nos ha enseñado que donde no existe una prensa libre, florecen la corrupción, el autoritarismo y la injusticia. Sin medios independientes, los ciudadanos quedan desinformados, los abusos de poder se ocultan y el debate público se empobrece.
La prensa libre actúa como un contrapeso esencial frente al poder político y económico. Su función no es solo informar, sino también investigar, cuestionar y exponer aquellas realidades que los poderes establecidos preferirían mantener en la sombra.
Desde escándalos de corrupción hasta violaciones de derechos humanos, muchas de las reformas y cambios sociales importantes han surgido gracias al trabajo valiente de periodistas comprometidos con la verdad.
Además, una prensa independiente garantiza el derecho de los ciudadanos a estar informados. Sin información libre, no existe una opinión pública sólida; y sin una opinión pública informada, la democracia es solo una fachada.
De hecho, siempre decimos que es muy importante acudir a las urnas a votar, pero votar no tiene sentido si los votantes no tienen acceso a información veraz y plural que les permita tomar sus propias decisiones.
Por eso, ante amenazas constantes como la censura, la violencia contra periodistas, la concentración de medios en pocas manos, y más recientemente, la desinformación viral en redes sociales, debilita esa libertad de prensa que tanto necesitamos.
Cada ataque a la prensa libre es un ataque directo al derecho de todos a saber, entender y participar.
Proteger la libertad de prensa es responsabilidad de todos y todas; y no se trata solo de defender a los periodistas, sino de defender el derecho mismo de cada individuo a vivir en una sociedad donde la verdad prevalezca.
Por tanto, una prensa libre actúa como un "vigilante" que cuestiona, investiga y da voz a diferentes opiniones, fortaleciendo la democracia y permitiendo que la ciudadanía tome decisiones informadas.
Además, protege otros derechos humanos fundamentales, como la libertad de expresión y el acceso a la verdad.
En definitiva, sin libertad de prensa, no hay democracia verdadera. Es un principio que no puede ser negociado ni relativizado. Defenderlo es defender nuestra dignidad como ciudadanos libres.