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Pablo Orellana Smith

Del orgullo a la resistencia: lo que no se ve no se defiende


Este 17 de mayo, en el Día Internacional contra la LGTBIfobia, no basta con recordar por qué seguimos saliendo a la calle: es necesario explicar por qué aún tenemos que hacerlo. Esta semana, durante un acto conmemorativo en un instituto, un joven comentó que no se sentía orgulloso de ser gay. Alegaba que, si las personas heterosexuales no sienten orgullo por su orientación, él tampoco tenía por qué hacerlo.

A primera vista, puede parecer una reflexión lógica, incluso neutra. Pero ese razonamiento, que a veces se repite con buena intención, parte de un error: el de olvidar el contexto social e histórico que hace necesario reivindicar el Orgullo LGTBI. No hablamos de vanidad ni de querer ser más. Hablamos de existir, de resistir, de tener dignidad en un mundo que durante siglos ha perseguido, silenciado y negado nuestras vidas.

El propio participante acabó matizando sus palabras, aclarando que no se oponía a actos como el que compartíamos ese día. Quizá, lo que expresaba era el deseo legítimo de vivir en una sociedad donde no sea necesario reivindicar lo evidente: que todas las personas, independientemente de su orientación y de su identidad, merecen respeto, igualdad y libertad.

Pero la realidad sigue diciendo otra cosa. Y este Día contra la LGTBIfobia es también una llamada de atención. Según datos recientes, el 42 % de las personas LGTBI ha sufrido algún tipo de odio en los últimos años, y una de cada cuatro personas del colectivo ha sido víctima de violencia en redes sociales. Más preocupante aún: el 44 % de estos casos ni siquiera se denuncia, lo que oculta la dimensión real del problema.

Frente a este escenario, necesitamos seguir utilizando todas las herramientas a nuestro alcance: la educación, la visibilidad, la cultura… y, por supuesto, las leyes. Desde el PSOE llevamos más de cuatro décadas impulsando avances legislativos fundamentales. En 1983 despenalizamos las operaciones de reasignación de sexo, consideradas hasta entonces un delito de mutilación. A ese hito le siguieron conquistas clave como el matrimonio igualitario, la Ley Zerolo contra la discriminación o la reciente Ley Trans.

Pero hoy, en 2025, no solo seguimos reivindicando derechos: también estamos defendiendo los ya conquistados. En la Comunidad Valenciana se han legalizado las terapias de conversión; en Madrid, se han suprimido planes contra el acoso escolar; en Canarias, se ha eliminado la opción de género no binario en formularios oficiales. Estos retrocesos, promovidos por gobiernos del Partido Popular, nos obligan a recordar que los derechos no se heredan: se conquistan y se protegen cada día.

La LGTBIfobia no empieza con los golpes, sino con las palabras, con la censura, con los discursos de odio que se disfrazan de libertad de expresión. Es un ciclo que comienza con la estigmatización, continúa con la deshumanización y termina, muchas veces, con la violencia física. Por eso, este 17 de mayo no es solo una fecha simbólica: es un recordatorio urgente.

Romper el ciclo del odio requiere acción colectiva. Y en esa tarea, cada gesto cuenta. Visibilizar, educar y resistir no es solo una forma de protegernos: es también una manera de construir un futuro mejor. Un futuro de libertad. Un futuro diverso.

 

Pablo Orellana Smith

Secretario LGTBI PSOE Andalucía

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