BLOGOSFERA

Salvador Pendón Muñoz

Sí a la política


Cuanto más avanza el descrédito de la política y la desconfianza en los políticos, en más alta estima tengo a la una, cuando su práctica es limpia, y más elevada consideración me merecen los otros, cuando su actuación responde a un compromiso firme. El ejemplo de quienes estando mandatados para el gobierno de la cosa pública defraudan la confianza de la que son depositarios me lleva a despreciarles en su individual inconsistencia, pero no me incita a la deslegitimación generalizada, de la misma manera que no abomino del periodismo porque un periodista escriba con faltas de ortografía, ni rechazo la arquitectura porque un arquitecto equivoque el cálculo de estructuras, ni detesto la fontanería porque uno de sus profesionales deje goteando el grifo de un lavabo después de darlo por arreglado, ni reniego de la justicia porque un juez dicte una sentencia que no entiendo…

Pero con la contundencia de la inicial declaración no pretendo ocultar la inquietud que me produce la evidencia de que en el mercado de las relaciones sociales la política cotiza a la baja, situándose en unos índices peligrosos para la convivencia si atendemos a la rapidez con que se desploma el valor que de herramienta adecuada, precisa y necesaria para el equilibrio y progreso de la sociedad hasta ahora le hemos concedido.

No podemos permitir que los árboles nos sigan ocultando el bosque ni hemos de juzgar el todo por la parte. El modelo económico que nos vino impuesto, y al que fácilmente nos adaptamos porque nos sentíamos cómodos por más que ahora reneguemos de él, se ha mostrado insostenible y ha constatado con su derrumbe lo equivocado de la convicción de que los logros alcanzados eran irreversibles. El desánimo ha sido de tal calibre que ha terminado infectando los tuétanos mismos de la sociedad que hasta hace poco se pensaba invencible. Está claro: ha fallado el modelo. Pero está muy repartida la culpa que, aunque en medida acorde a la responsabilidad de cada cual, va desde quienes construyeron (construimos) una estructura con aluminosis hasta quienes cargaron (cargamos) sobre ella más peso del que era capaz de soportar.

El estallido del modelo debe llevarnos a comprometernos en la reparación de los daños causados. Reflexionando sosegadamente sobre los errores cometidos y evitando maximalismos y análisis urgentes que probablemente sólo contribuyan a gangrenar los tejidos afectados. Teniendo presente que la quiebra del modelo (el árbol, la parte) no ha de comportar la ineficacia del sistema (el bosque, el todo) Y que la democracia sigue siendo el más valioso instrumento regulador de la convivencia pacífica e igualitaria. La democracia necesita de la política, de los políticos como parte indisociable de la ciudadanía. Gobernantes y gobernados no pueden entenderse como enemigos sino como elementos de un conjunto que establece sus propias reglas de juego. Reglas de juego que pasan por el respeto y apoyo mutuos. La sociedad no puede ser gobernada por robots insensibles ni por aventureros desalmados. Persíganse los delitos de lesa democracia con rigurosidad extrema pero defiéndase con vigor incansable la responsabilidad pública cuando con nobleza se ejerza.

El deterioro de la política no supone sólo el fracaso de los políticos sino que es, sobre todo, la ruina para los ciudadanos. Algún ejemplo hemos tenido de ello en esta tierra del sur de España desde la que escribo.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos