BLOGOSFERA

Miguel Ángel Heredia Díaz

El PP ante la crisis: ni responsabilidad, ni convicción


De todas las cosas que se dicen de una crisis, nada es tan verdad como que ésta nos obliga a ser más racionales, a clarificar nuestras prioridades. Lo vemos a diario en nuestras vidas. Cuando una familia atraviesa una dificultad económica (sea por la pérdida de ingresos, o porque las condiciones del crédito que hay que devolver se han complicado repentinamente) lo lógico es que entre todos se replantee qué gastos suprimir. No es una decisión fácil. En algunos casos, la toman los padres en solitario, pero lo más habitual en las familias normales de este país es que se genere un debate.

La mayoría de los españoles corrientes sabemos lo que es vivir una de esas maratonianas y difíciles conversaciones familiares, en la sala de estar, sopesando qué debemos preservar, qué merece la pena mantener y qué podemos ahorrarnos. Independientemente de que el debate pueda resultar o no fácil y satisfacer a todos, estoy seguro de que las familias lo han abordado con responsabilidad, con una clara conciencia de la necesidad de recortar gastos prescindibles para proteger lo importante.

A pesar de lo que algunos populistas irresponsables quieren hacernos creer, los ciudadanos saben bastante de política económica. Cuando el presidente Zapatero compareció el 12 de mayo para pedir el apoyo de los demás grupos para el Plan de Ajuste, muchos padres (y también los hijos) vieron que el presidente hacía algo muy parecido a lo que ellos estaban experimentando en su casa. Y por eso la mayoría de los españoles entendió rápidamente que si el Gobierno (y más por ser un Gobierno firmemente comprometido con los derechos sociales) estaba tomando una medida tan ingrata, tan difícil de tomar, era por pura responsabilidad con el país. Hace falta coraje democrático, sentido de país, y honestidad para hacer lo que hizo el presidente Zapatero.

Frente a esta actitud leal con el país, el PP quiso sacar ventaja irresponsablemente poniendo en peligro no sólo a España, sino a toda la zona Euro. Con sorpresa, los españoles vieron cómo la derecha, que se dice defensora de la reducción del déficit (aunque nunca lo practique, como ocurre en el Ayuntamiento de Málaga y otros donde gobiernan), no sólo no apoyaba el Plan del Gobierno, sino que lo hacía despreciando la inteligencia de los ciudadanos. Despreció a la inteligencia de los ciudadanos al no proponer ningún plan alternativo creíble: sus vagas y genéricas medidas, en conjunto, no sólo no reducen el déficit, sino que lo incrementarían. Y la despreció al apoyar una actitud tan irresponsable en argumentos falsos y cínicos.

Es falso, en primer lugar, que hayamos tardado en tomar estas medidas. Dos semanas después de Zapatero, Merkel y Cameron anunciaban planes equivalentes en Alemania y Reino Unido respectivamente. El Gobierno de España no ha sido el último en reaccionar frente al déficit, como dijo Rajoy, sino de los primeros. Y si ninguno de los países abordó antes planes de ajuste –salvo Grecia, por motivos bien conocidos– es porque estábamos en un momento diferente de la crisis, cuando había que garantizar la recuperación con estímulos fiscales. Sólo después de haber frenado la recesión se podía afrontar la tarea de sanear las cuentas públicas. Y en ello estábamos cuando los mercados financieros –que son como los bancos para las familias–, decidieron subir de manera imprevista los intereses de nuestras deudas. Como consecuencia de ello, todos los países hemos tenido que acelerar ese ajuste para evitar la quiebra en la zona Euro.

En segundo lugar, es mentira que el Plan de ajuste se haya hecho en contra de los que menos tienen. Es falso, porque las pensiones, las mínimas y las no contributivas, seguirán subiendo. Y las otras (las que son, por ejemplo de 2.000 € al mes), no se recortarán, como insisten en afirmar, sino que se congelarán durante un año. Además de falso, este argumento es insoportablemente cínico en boca del PP. Si las pensiones más altas se pueden congelar, es porque hay margen después de haberlas subido hasta un 30% desde que llegó Zapatero, para compensar los 8 años que permanecieron prácticamente congeladas con Aznar y Rajoy.
Detrás de caudal de cinismo y falsedades, lo que subyace es una profunda y siniestra irresponsabilidad. Es un desentendimiento de esta derecha con el interés general del país que traduce su desesperación por echar a la izquierda del Gobierno a cualquier precio. Si el precio es poner en riesgo la economía española, parecen dispuestos a pagarlo.

Al día siguiente, no pocos diarios europeos informaban positivamente de las medidas del Gobierno, pero alertaban de la inestabilidad que introducía el comportamiento de la oposición. Una actitud que no es gratuita, que tiene un coste para España en los mercados. Lo verdaderamente grave es que en el PP son consciente de ello. Saben que bastaría con que apoyasen no al Gobierno, sino al país, como ha hecho la oposición en Portugal, para que todo resultase más sencillo. Pero, por lo visto, para el PP la prioridad no es ayudar a España, sino encontrar el Waterloo del Gobierno, la piedra definitiva que le haga tropezar, aunque con ella pueda tropezar todo el país. Se equivocan. No conseguirán ahora que el país se hunda –aunque hagan daño–, de la misma manera que en la legislatura pasada no consiguieron que España se rompiera pese a que depositaron todas sus esperanzas electorales en lograrlo.

El problema de los populistas irresponsables suele ser que su desprecio a la inteligencia de los ciudadanos les provoca una ceguera política. Pensar que los españoles les seguirán en su actitud irresponsable en contra del interés general es no conocer bien este país. Es no saber que la responsabilidad de este Gobierno es la misma que a diario demuestran los ciudadanos corrientes en sus familias, en sus trabajos, o en las calles de nuestras ciudades.

Zapatero ha hecho, como presidente del Gobierno, lo mismo que haría cualquier español en su familia, en su vida normal. Ha dialogado para buscar una solución lo más aceptable posible, y ha estado a la altura del desafío. Si el PSOE es un proyecto de futuro y con futuro, es porque siempre hemos sabido combinar firmeza en las convicciones, con un profundo sentido de la responsabilidad. Es justo lo que hace falta para afrontar este momento difícil y salir de él más fuertes, con una economía más sólida y una sociedad más capacitada para competir en el siglo XXI.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos