BLOGOSFERA

Meli Galarza Fernández

Ley del agrado vs Ley del dominio


Ayer tuve el privilegio de hacer un taller con Elena Simón, una de las grandes maestras feministas que tenemos hoy por hoy en España. Su ponencia y el posterior debate nos posibilitó ahondar aún más en este trabajo de conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres que, como ella misma dice, es para toda la vida.

Nos contó, entre otras cosas, que lo más difícil a la hora de conseguir la tan deseada igualdad: la interiorización profunda del llamado “mandato de género”. El de las mujeres, la “ley del agrado”; el de los hombres, la “ley del dominio”. Resumidamente la ley del agrado se produce en tres ámbitos: cuidado, belleza y amor. La del dominio se produce también en tres ámbitos: fuerza, poder y riqueza.

No voy a hablar mucho de la ley que les afecta a los hombres; ellos sabrán. Pero la nuestra me resonó interiormente como absolutamente verdadera. Iba sintiéndome reflejada en esa ley y encima no me parecía mal. De pronto fui consciente de que las imágenes que a mí venían de esta ley pertenecían al ámbito sentimental, personalísimo. Me parece una buena ley para que los hombres se contagien de la misma en su ámbito familiar. La ley del dominio en las relaciones personales ya sabemos a dónde conduce: la violencia de género.

Pero cada vez que me venía una imagen de mí misma o de alguna compañera de partido (que puede no ser amiga) respondiendo a esta “ley del agrado” enfrente de un compañero (que sí puede ser amigo) respondiendo a su vez a la “ley del dominio”, un escalofrío recorría mi espina dorsal. No bromeo ni exagero.

Una solución maravillosa, aunque a priori parezca utópica, sería que también en el ámbito público se contagiaran los chicos, nuestros chicos, los hombres con los que compartimos ese espacio público y en concreto el del partido, de la “ley del agrado”. Sin embargo, y como soy una mujer también práctica y quiero ir dando pasitos que nos ayuden, me quedo con la solución de la redistribución. Redistribuyameos equitativamente todo; el cuidado, el amor, el poder, la belleza (o no), la riqueza,…

Es para todos y todas una solución justa y equitativa, ¿no crees?

TRANSPARENCIA

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