Aznar parece resucitar de vez en cuando, y resucita todo él, con los gestos que ya conocemos, con las palabras y desprecios que en nada nos sorprenden.

A un expresidente de gobierno parece que se le debe suponer lealtad con los demás presidentes y lealtad ante situaciones complicadas. No soy lo demasiado joven para no recordar a los expresidentes de gobierno de este país, jamás he oído a ninguno poner en cuestión a otro cuando ha habido la necesidad de que todo el mundo contribuya con esfuerzo y no con zancadillas (ya sea del mismo o de diferente signo político); sin embargo, quien trató de no perder unas elecciones mintiendo parece creerse en posesión de una “verdad” que traspasa lo terrenal.

Pero si acostumbrados estamos a ésto, también a que cuando se le cite nos digan que lo insultamos, que cuando alguien le increpe, es que estamos intentando silenciarlo, …. No tengo la idea de que el expresidente Aznar sea un pobre hombre, pero tampoco tengo la sensación de que su “verdad” sea tan incuestionable que se le quiera silenciar.