A Carmen Olmedo. A 8 de marzo de 2010

Querida Carmen: Mañana las andaluzas a propuesta de las malagueñas te vamos a rendir un homenaje, vamos a reconocerte con humildad la grandeza del trabajo que realizaste como socialista y feminista. Te tengo guardada en la memoria de la niñez. Tengo guardadas imágenes de aquéllas tardes en las que, cuando aún no se acuñaba el término conciliación y menos aún el de corresponsabilidad, vosotras nos llevabais a vuestro centros de trabajo. Recuerdo algunos detalles de aquellos días en el Centro de la Mujer en Calle Calderería… ¡Ojalá también tú pudieses recordarlo conmigo! Allí leímos, por ejemplo, ”De dónde venimos”. Todavía soy capaz de saborear el placer de saber de estas cosas cuando mis compañeras de colegio no y me parecía que era una experta en la materia.

Aprendí estando cerca de ti y de otras mujeres socialistas y feministas luchadoras (no se me ocurre enumerar porque me dejaría a alguna seguro!) lo más importante. Eres un referente político, ¡qué duda cabe! y por supuesto un referente en la lucha por la igualdad de las mujeres. Pero, y sin quitar un ápice de valor a lo dicho, eres un referente en lo personal. Porque te recuerdo luchadora, llena de energía, con eso aros grandes que me dejaban boquiabierta. Quería ser como vosotras y creo que si una niña me dijera algún día que soñó con ser como yo, esto me llenaría de júbilo. No se me ocurre desde mi corazón de niña, desde mis recuerdos más tiernos, hacerte mejor ni mayor homenaje.

Pero es verdad que nuestro partido, al que entregaste mucho de tu vida, me ha puesto en bandeja la posibilidad de que podamos entregarte el Premio Clara Campoamor. Mañana a las once de la mañana tu hijo Alex y tu hija Eva recogerán el premio en tu nombre. Ser como somos, fruto de mujeres como vosotras, nos une de alguna manera. Y, de verdad que creo que no es solo porque compartamos esos valores y principios que nos disteis sino porque compartimos ese bagaje de haber podido acompañaros en vuestra lucha diaria, en vuestro compromiso con la solidaridad, con el socialismo, con la igualdad y la justicia social.

Termino ya, querida. La última vez que te vi estabas ejerciendo tu derecho al voto y yo de interventora en la mesa en la que votaste. No sé si me reconociste, es decir, si sabías quien era, pero tu sonrisa y la cercanía que mostraste me hizo sentir que lo que sí reconocías era el sentimiento que despertamos la una en la otra. Me quedo con los sentimientos Carmen, con los de niñez y con los de adulta. Pero, también, un profundo agradecimiento porque si hoy hablamos del falso mito de las denuncias falsas es porque tú luchaste por la Ley de Violencia de Género; con el agradecimiento de que tengamos una ley de plazos o una ley de igualdad de oportunidades. Y un largo etcétera. Aún queda mucho por hacer, ¡créeme!, pero quedaría más sin tu gran granito de arena.

Con todo mi agradecimiento y mi cariño,

Meli