Furioso y ridículo

Invitado por la Junta de Gobierno del Ateneo de Málaga, asistí la tarde del pasado viernes al último de los debates de un ciclo organizado con la loable intención de reflexionar sobre algunos asuntos que tienen que ver con la candidatura de la ciudad de Málaga a la nominación como Capital Cultural de Europa en 2016.

Durante algo más de una hora, antes de dar la palabra a los asistentes, el Alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el Delegado en Málaga de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Manuel García, la Vicerrectora de Cultura de la Universidad de Málaga, María Isabel Calero, y yo mismo, representando a la Diputación de Málaga, expusimos nuestras consideraciones respecto al proyecto para la capitalidad: la posición que con relación al mismo mantienen las instituciones que representamos, sus fortalezas y debilidades, la orientación que debe seguir para merecer la confianza de quienes han de decidir sobre la ciudad que será sede de la cultura europea en 2016 y las aportaciones que desde cada una de las instituciones pueden contribuir a dotar al proyecto de vigor y singularidad.

Fue un debate sereno y sincero y si alguno de los intervinientes, es mi caso, expuso lo que a su entender, al mío, son debilidades y carencias de lo hasta ahora realizado, fue con la indubitada voluntad de superarlas y evitar que se conviertan en rémoras insalvables. Quedó manifiestamente claro, por parte de todos, que se trata de un proyecto estratégico para la ciudad que, de convertirse en realidad, irradiará los efectos benéficos a toda la provincia y que, incuestionablemente, cuenta con la implicación y apoyo de todas las instituciones presentes en el foro.

Tras abrir el presidente del Ateneo el turno de palabra para los asistentes, hizo uso de la misma quien tras presentarse como miembro de la formación política Unión Progreso y Democracia (UPyD) dejó bien claro que se trata de alguien impresentable. Utilizó su intervención para mostrar el apoyo “a ciegas” al alcalde de Málaga en todo lo que tiene que ver con el proyecto sobre el que debatíamos y para intentar desacreditar al representante de la Junta de Andalucía y a mí mismo, aunque fuese inventando argumentos para mejor servir su intención. Todo ello en un tono irrespetuoso, grosero e irascible. Una vez hubo depuesto se marchó de la sala, sin esperar contestación a su alegato irreverente. Esto de marcharse de los lugares “echando los pies por alto” debe ser algo que la presidenta de esta formación política ha inoculado en el comportamiento de todos sus correligionarios.

De personajes de tal dimensión es de esperar cualquier cosa y por eso no me sentí concernido por lo que dijo, a excepción de la descalificación que hizo de los verdiales y del flamenco. Los cuatro intervinientes desgranamos un amplísimo catálogo de medidas e iniciativas que pueden contribuir a decantar la decisión de los responsables europeos en favor de la candidatura de Málaga. Pues bien, a este inicuo personaje le pareció mal tan sólo que algún interviniente, que conste que no fui yo, propusiera como dignos de ocupar un papel destacado en el proyecto de la candidatura malagueña a los verdiales (la Junta de Andalucía ha incoado expediente para declararlos Bien de Interés Cultural) y al flamenco (la Junta de Andalucía aspira a que la Unesco lo declare Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad), por cuanto contribuirían a darle singularidad y diferenciarlo del de otras ciudades competidoras. Le pareció mal y lo dejó bien claro a la concurrencia utilizando palabras soeces y tremendistas.

Si la formación política referida y tan desapacible representante intentan hacerse con un hueco en el panorama político malagueño y andaluz les recomiendo que lo hagan echando mano de otros argumentos. Ya son muchos los que en nuestra misma Málaga ignoran, cuando no desprecian, a los verdiales, y muchos también los que tanto en Málaga como en Andalucía infravaloran y se mofan del flamenco. Pero como hasta en la desfachatez hay gradación, casi todos lo hacen de manera menos destemplada y rechazable que la utilizada por el furioso y ridículo personaje que anoche intentó arrogarse un espacio que él mismo se encargó de demostrar que le viene grande.