BLOGOSFERA

Daniel Pérez Morales

Frivolidad tatuada


La juventud andaluza vive la desidia de un presidente de la Junta que vive más preocupado por tatuarse en la piel el número de parlamentarios que ha obtenido en las últimas elecciones autonómicas que en sentarse a trabajar para que vuelvan a ponerse en marcha políticas de vivienda protegida o que esa nueva generación, de las mejores formadas de Europa, encuentre un trabajo en su tierra. 

Si Moreno Bonilla busca un tatuaje que le dé sentido a los cuatro años de legislatura que tiene por delante, le invito a que empiece por tatuarse los nombres de todos y cada uno de los jóvenes que no son capaces de acceder a una VPO en Andalucía. Tendría tarea y no tendría piel para rellenarla. Porque el modelo de vivienda de este gobierno es el mismo que ya hemos visto con el PP en Madrid y que hemos comenzado a sufrir a diario en Málaga: el que esté dispuesto a pagar 1.000 euros por un alquiler o 200.000 euros por una vivienda protegida, que se la pague; el resto tendrá que emigrar a otras localidades donde sea más accesible porque no se fomenta la VPO en las grandes ciudades. 

Si hablamos de empleo, las perspectivas no son mejores. La Junta de Andalucía pone en marcha lo que ellos denominan un plan de empleo que excluye a quienes han dedicado tiempo y esfuerzo a lograr una carrera universitaria porque no puede ser contratado dada la sobrecualificación respecto a los puestos ofertados. Es decir, que si una persona joven que ha terminado sus estudios en Derecho, Arquitectura, Ingeniería o Medicina quieren acceder a un primer empleo a través de este programa, no pueden ser contratados por sobrecualificación, teniendo que marcharse, en este caso por falta de oportunidades. 

Año tras año, 5.000 malagueños y malagueñas abandonan la capital, su ciudad, porque sencillamente no pueden permitirse vivir en ella ni emanciparse. Y, contra eso, ni van a tener el apoyo del equipo de gobierno del Ayuntamiento ni mucho menos el de la Junta. Por eso hace falta que se ponga en marcha ya un gran pacto autonómico por la vivienda pública para los y las jóvenes y las familias, un pacto que haga que estas viviendas sean asequibles.  

Pero, ante esto, este presidente de la Junta saca pecho de su mayoría en el parlamento, como también lo hace de su bajada masiva de impuestos a quienes más tienen, también siguiendo el modelo Ayuso. Sin embargo, este regalo fiscal no se entiende cuando luego acude al gobierno central para solicitar 1.000 millones de euros con los que hacer frente a las necesidades del resto de andaluces y andaluzas, intentando arreglar los desajustes, entre otros, provocados en sanidad o en educación, ambas en la cola de las prioridades de este gobierno. 

Uno de los lemas de esta Junta es que Andalucía es imparable. Pero no sabemos hacia dónde. En este gobierno sí que parece que todos sus consejeros y consejeras tienen tatuado a fuego que vamos imparables hacia un modelo de desigualdad, de injusticia y de dejar en la cuneta a los que peor lo están pasando. Un modelo que va en contra de los cimientos con los que se construyó esta Comunidad Autónoma y contra el que nos revelamos, porque no es tiempo de frivolidades, es hora ya de que este presidente haga algo más allá de permanecer en silencio esperando que sea el gobierno de Pedro Sánchez el que siga solucionando los problemas.

TRANSPARENCIA

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