BLOGOSFERA

Andalucía, Valencia, Asturias.
Se acaban de celebrar elecciones autonómicas en dos de nuestras Comunidades, Andalucía y Asturias, con resultados todavía inciertos sobre la formación de los nuevos gobiernos pero evidentes en lo que respecta a lo que han dicho los ciudadanos. En Asturias es el PSOE el partido más votado, con diferencia, lo que le permite iniciar una ronda de contactos de cara al futuro inmediato. Y en Andalucía la izquierda ha recibido un respaldo mayoritario, de manera que la rancia derecha que representa el PP queda lejos de la anunciada, añorada y casi festejada mayoría absoluta. No pudo ser. La pancarta celebratoria preparada en el balcón del hotel sevillano elegido por el PP para su gran fiesta se quedó como estaba, muda, inmóvil, sin desplegar, mientras las lágrimas corrían por la morena cara de Javier Arenas, derrotado en las urnas por cuarta vez, lo que le convierte en testigo de excepción de la voluntad democrática de los andaluces, tozuda e incontestable.
La prensa conservadora, al analizar estos resultados, de nuevo ha vuelto a maltratar a Andalucía y a los andaluces. Si en la atención dedicada a los tristes casos de corrupción que nos asolan han demostrado estar muy lejos de la independencia mínima exigible al llamado cuarto poder (presentando los casos de Jaume Matas, la red Gurtel y el saqueo de la Comunidad Valenciana de manera aséptica, casi accidental, frente a la supuesta corrupción institucional vigente en Andalucía), los artículos del 26 de marzo revelan una concepción medieval de la democracia en nuestros próceres del periodismo conservador, una visión de la vida rayana en la xenofobia, y desde luego una insoportable incapacidad para aceptar la voluntad popular cuando no coincide con sus espurios deseos.
Las razones del voto socialista en Andalucía son, para esta cuadrilla iluminada, las de siempre. Miedo, clientelismo, servilismo o ignorancia. Razones que en ningún caso aplican a los electores asturianos, por motivos que se nos escapan, y que me gustaría que alguien me explicara.
La diferencia de trato entre los votantes valencianos y andaluces a la hora de afrontar los casos de corrupción tiene una explicación tan obvia que da vergüenza escribirla. Recordemos que uno de los columnistas de esta afamada prensa independiente cobraba de Jaume Matas por escribir sus discursos y halagarlos desde su mundial columna al día siguiente. Un círculo nada virtuoso, me temo. Pero que descalifiquen a los votantes andaluces socialistas y respeten a los asturianos empieza a parecer cada vez menos enigmático: para estos paniaguados señoritos Andalucía debería seguir siendo su cortijito particular. Y lo que no soportan es que hayamos vuelto a decir que no a su testaferro político. Cada uno con su voto, cada cual con sus motivos. Y a eso se le llama democracia.