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Indulto fiscal, reforma laboral
Hace varios meses, un documento firmado por José Ignacio Wert y colgado en la web de la Fundación FAES anticipaba las reformas que iba a acometer el nuevo gobierno de Mariano Rajoy, llegado el caso de una victoria electoral. En dicho documento, se hacía mucho hincapié en la persecución del pequeño fraude, siempre indefendible, atacando de manera muy beligerante ese mal uso que desgraciadamente hacen algunos ciudadanos de las herramientas del Estado del bienestar que sirven para evitar que una situación puntual de ausencia de oportunidades se convierta en un drama vital para toda una familia. Estamos hablando de las prestaciones por desempleo, de la triste conciliación de la economía sumergida con la percepción de algún tipo de ayuda pública, de pequeños fraudes que, sumados, hacen daño al sistema, pero que nunca pueden convertirse en un argumento para la discusión del estado del Bienestar y mucho menos para su destrucción.
Fue Reagan y fueron sus asesores más ultraliberales quienes empezaron, en los años ochenta del siglo XX, a elevar a categoría lo anecdótico. De esta manera, magnificando unos pocos casos de fraude en el sistema de protección social, se cargaban de argumentos para desmantelar los derechos sociales para transformarlos en negocios privados. La derecha española es alumna aventajada de la derecha neocon estadounidense, y lleva años empeñada en convertir el Estado del Bienestar de todos los españoles en una suerte de lujo insostenible, ya que parece que sólo los de siempre pueden tener acceso a una buena educación, a una buena sanidad, a una buena vejez y a una cierta seguridad en sus vidas.
Las primeras medidas por fin anunciadas por el huidizo Rajoy, que ya ni siquiera admite preguntas cuando interviene ante los suyos, avanzan en la dirección prevista. Como cortina de humo, el pequeño fraude practicado a veces por picaresca, otras por simple supervivencia. Pero la gran medida sobre la que pretenden pasar de puntillas es la amnistía fiscal, el indulto puro y duro aprobado para quienes, teniendo mucho más que los demás, eludieron sus obligaciones fiscales y humanas para quedárselo todo y garantizarse, ellos sí, la protección social, personal y familiar que para el común de los mortales -léase trabajadores- parece ser un lujo inalcanzable.
El mensaje del Gobierno de Rajoy es cada vez más evidente: protección a los poderosos, persecución a los débiles. Eso sí, esta vez con el beneplácito del enviado de Ángela Merkel, que se ha convertido en la única voz autorizada del patriota y soberbio Partido Popular español. Ver para creer.