BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

Bankia


Don Rodrigo de Rato y Figaredo dimitió ayer como Presidente de Bankia, la todopoderosa entidad financiera vinculada desde sus orígenes al Partido Popular. Era ya un secreto a voces la necesaria intervención pública en esta potente entidad financiera, heredera de los créditos y la nada austera política crediticia de Cajamadrid y Bancaja, las joyas de la corona del poderío financiero público del PP.

Ya por la mañana periódicos bien informados como El País y Expansión adelantaban en sus portadas la noticia del plan ya maduro del Gobierno de España y del Banco de España, como autoridad independiente, para inyectar varios miles de millones de euros en la entidad. Y es que hay que explicarlo todo, señoras y señores: no es nada casual que el segundo Real Decreto Ley aprobado por Mariano Rajoy en 2012 a instancias de Luis de Guindos fuese el del saneamiento del sistema financiero.

Lejos quedan los tiempos en los que el paniaguado y ahora felizmente desaparecido Esteban González Pons clamaba contra las ayudas del Gobierno de Zapatero a las entidades financieras para evitar una crisis sistémica. Ayer, fuentes dignas de todo crédito -periodístico, que del otro no hay- cifraban en unos 100.000 millones de euros la cantidad mínima que el Gobierno del PP va a inyectar en Bankia para evitar el desastre.

Y es que en este caso el PP no puede mirar para otro lado ni aunque quiera. Cajamadrid ha sido una entidad en manos de PP madrileño, y muy especialmente en las liberales garras de Esperanza Aguirre. En la Corte muchos se preguntaban ayer si por fin se conocerán las deudas que arrastra la siempre austera Comunidad de Madrid con la entidad intervenida. Del Ayuntamiento gestionado por Alberto Ruiz Gallardón mejor no hablamos: ha presentado facturas por importe de más de 1.000 millones de euros al plan de pago a proveedores, sólo un poco por delante de Cádiz, el paraíso de la austeridad gobernado por Teófila Martínez desde hace 20 años. Y respecto a Bancaja, la gran caja del mediterráneo español, todavía no sabemos qué pretende hacer el PP con su máximo representante, el resistente José Luis Olivas, cuyo mérito más conocido es su lealtad a Eduardo Zaplana.

A Mariano Rajoy todo le sale mal. Cuando por fin está disfrutando de una buena noticia -la vistoria del socialista Hollande en Francia, con la tangible posibilidad de plantar cara a la Merkel y apostar por una política de crecimiento y empleo- se le derrumba uno de los más simbólicos castillos de naipes construidos por el PP desde su profunda convicción de que la política debe salir de la economía. Quién sabe, quizás de no haber mediado el dedazo de Aznar en el año 2003, ahora sería Don Mariano el saliente, y no Don Rodrigo.

Lo más triste de todo no es lo que ya sabemos. En su despedida, Rato propone como sucesor a José Ignacio Goirigolzarri, que fue Consejero Delegado del BBVA desde 2001 hasta 2009, año en el que dejó la entidad vasca previo pago de una jugosa indemnización de 52 millones de euros, 8.000 millones de las antiguas pesetas. Con estas credenciales, como para decirle que no.

TRANSPARENCIA

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