BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

Manda Twitter


La revista TIEMPO dedica su último número a siete "diputados revelación". Con exquisita equidistancia y eligiendo a representantes de todo el arco parlamentario, selecciona a estos siete de los trescientos cincuenta a partir de dos características comunes: su condición de novatos en la Cámara Baja y su dominio de las redes sociales. O sea, que manda twitter.

El tema de las redes sociales y su influencia en la política y en el periodismo está muy de moda. Un estudio de FAES revelaba que la palabra más utilizada por Rajoy en su twitter durante la campaña electoral de noviembre de 2011 fue "gracias". Curiosamente, la de Rubalcaba fue "Rajoy". Sintomático. Por su parte, Juan Luis Cebrián ha apostado firmemente por estos canales, hasta el punto de que los Premios Ortega y Gasset de periodismo ya han incorporado una nueva categoría, la de twitter (otra vez). Muchos opinan que esta decisión tan publicitada de Cebrián es, más que un tiro en el pie, un auténtico juego de ruleta rusa. Y por supuesto no faltan quienes han tomado partido: lo hizo Ansón en su tribuna del viernes del suplemento cultural de El Mundo, reclamando mejor periodismo para combatir la crisis del periodismo. Muy en la línea del gran Gay Talese.

En el ámbito de la política, el blog de Luis Arroyo ha sido el escenario de un ataque y de su correspondiente contraataque en torno a twitter como herramienta política. Arroyo es contundente en su rechazo, argumentando entre otras cosas que no todo el mundo está en twitter, que no todo el mundo tuitea de política y que sólo porque esté en twitter no quiere decir que sea verdad. Unas reflexiones oportunas y bien armadas, aunque el propio autor reconoce que twitter genera adicción y que cultiva su lado más narcisista. Un aviso para navegantes.

Por lo tanto, parece que la irrupción de las redes sociales en la política debe ser saludada con alegría, pero con el entusiasmo adecuado. No olvidemos la existencia de una inmensa brecha digital, que empobrece la democracia 2.0 y la limita. La moda recorre España de punta a punta, e incluso en el Ayuntamiento de Málaga han premiado a quien más presencia tiene en las redes sociales. Sin embargo, la política es otra cosa: resolver problemas, alcanzar acuerdos, definir estrategias de gobierno y de futuro. Construir confianza, generar consensos. Hace años, La Vanguardia se hacía eco de un viaje a Escocia de una reducida embajada de parlamentarios del PNV, liderada por Josu Jon Imaz, para convencer a sus homólogos nacionalistas escoceses de permitir la compra de Scotish Power por parte de Iberdrola, vetada por el parlamento escocés. Lo consiguieron. Una operación excelente con gran contenido político, que requería sobre todo de discreción y silencio. Algo impensable en estos tiempos.

De un político hay que esperar muchas cosas. Que tenga los pies en el suelo, por supuesto, y que trabaje en la "recuperación de su relación con la verdad", como reclama Elisa Beni en TIEMPO. Pero también altura de miras, formación, sentido de Estado, independencia, criterio, espíritu de sacrificio y otras muchas virtudes hoy denostadas tanto en la vida pública como en la privada. El triunfo de las redes sociales no puede convertirse en un canto al narcisismo, en un premio al escaparatismo político. Sería el triunfo de la política como espectáculo, con todas sus consecuencias. En muchas ocasiones la política se hace desde la prudencia y el sentido común. Y eso va mucho más allá de los trending topics, de la ocurrencia y de la gracieta de turno tecleada en sólo 140 caracteres.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos