BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

Las bragas de París Hilton


La edición digital de un prestigioso medio de comunicación local recogía hace muy pocos días esta inquietante noticia: “una pelea entre paparazzis hace que a París Hilton se le vean las bragas”. La noticia es tan breve que no logro saber si sus redactores han seguido las pautas establecidas por Bill Kovach y Tom Rosenstiel en su clásico contemporáneo sobre “Los elementos del periodismo” (un libro que ha llegado a España con 9 años de retraso, por cierto), pero ha sido tuiteada 15 veces y ese indicador debe constituir sin duda una medición del éxito de su incorporación a la edición digital y un aliciente para seguir publicando en el futuro inmediato otras novedades de similar contenido, interés y profundidad.

La prensa escrita atraviesa un momento delicado, lleno de crisis en el presente y de incertidumbre sobre su propio futuro. Algunos gurús de esta patria nuestra, creadores de algunos de los mejores productos del periodismo escrito, abogan ahora por internet y todo lo digital. Hablo de Cebrián, por supuesto. En su propia casa, sin embargo, se alzan voces discrepantes, como la de Soledad Gallego Díaz, que escribía hace poco en El País una tribuna de título inequívoco: “si te van a matar, no te suicides”. Al carro de la crónica de una muerte anunciada de la prensa escrita se han subido algunos destacados columnistas, como Arcadi Espada. Mientras tanto, en el sector casi todo son llantos y crujir de dientes. Y no sin razón.

El periodismo sigue siendo necesario, imprescindible para la calidad de la democracia. La Vanguardia se preguntaba hace poco “para qué sirve un periodista”, y apostaba por el compromiso, al hilo de otro libro más sobre la materia. La semana pasada otra vez El País se hacía una pregunta retórica, “¿Y si cierran todos los periódicos de la ciudad?”, y a partir del caso real de Guadalajara, la primera capital española que pierde todas sus cabeceras, aprovechaba para hacer una radiografía del sector, nada optimista, dicho sea de paso.

Desde las asociaciones de periodistas también se insiste en la crisis, la precariedad y el desempleo. Y se mencionan palabras como “credibilidad” o “ética” para buscar la salida. El público joven parece casi descartado. Y la recomendación del maestro Gay Talese afirmando que siempre hay sitio para la verdad suena a entelequia del pasado. Porque la caída de ventas, la bajada drástica de ingresos publicitarios y la reducción de plantillas ponen al llamado cuarto poder a los pies de los indomables caballos de las instituciones: demasiados teletipos, excesiva cobertura de ruedas de prensa y seguimiento exagerado de la anecdótica agenda de los responsables públicos, sin olvidar la obligación de llenar páginas y páginas con pocos medios y decreciente ilusión.

Entre tanto marasmo, entre tanta decepción y con un horizonte marcado por la crisis y la incertidumbre –hoy por hoy en la SER, mañana quién sabe- me pregunto si la solución pasa por las bragas de París Hilton. Para colmo, ni siquiera pude saber de qué color eran: tuve que consultar un digital para averiguar que esta señorita usa ropa interior transparente. Ahora me lo explico todo. Es el signo de los tiempos.

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