BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

Exhibición impúdica


Se acumula el trabajo de los agraciados con un espacio semanal en la prensa escrita, gracias a este Gobierno tramposo, mentiroso e ineficaz. Rajoy, Montoro, Soraya Sáenz y Fátima Báñez acaparan titulares, portadas y totales, mientras el país agota su paciencia, suben los impuestos -ahora el IVA- se desmantelan las redes de protección social, se imputa a cúpulas bancarias al completo y se celebra la victoria en un campeonato de fútbol como si fuese la víspera del Día del Juicio Final.

Pero de todos los posibles protagonistas, hoy gana Wert, José Ignacio Wert. El editorial del domingo de La Vanguardia trazaba un certero perfil de este personaje elevado a Ministro de Educación, Cultura y Deportes. Wert, José Ignacio, ha logrado a base de méritos propios y deméritos ajenos convertirse en un trasunto de Wilt, Henry Wilt, aquél célebre personaje de las novelas de Tom Sharpe que alegraba las monótonas tardes estivales con su fresco cinismo, su incompetencia y su manifiesto distanciamiento de la corrección política, mucho tiempo antes de que ésta fuese obligatoria.

Se descuelga Wert afirmando, para defender su reforma educativa, que "es un error que todos vayan poco a poco para que nadie se quede atrás". En las universidades públicas, los estudiantes de economía y empresa estudiamos y aprendimos que una cadena productiva funciona al ritmo de la máquina más lenta: de nada sirve que una máquina sea capaz de fabricar miles de tornillos por minuto si la máquina anterior no es capaz de alcanzar dicho ritmo. El resultado es un cuello de botella, una ineficiencia económica que además puede acabar afectando a todo el proceso de producción.

En términos sociales, he dado muchas charlas poniendo un ejemplo similar. La diferencia entre Europa, por ejemplo, y países de crecimiento económico más rápido, como los Estados Unidos antes de la irrupción de China, era que en Europa no se tiraba a nadie por la borda, mientras que en los Estados Unidos un individuo menos eficaz (por una enfermedad, un accidente o por la desigualdad económica y social de origen) era escupido al margen sin contemplaciones. Cuarenta millones de excluidos y personas sin hogar constituyen la cara oculta del modo de vida americano, tan del agrado de Wert y sus secuaces. Un modelo al que Europa parece abocada empujada por unas élites políticas y financieras irresponsables y profundamente arbitrarias.

Mucha gente se pregunta cómo fue posible que el Wert tertuliano diera el pego. Y al hilo de esta pregunta se pone de manifiesto una inquietante paradoja: mientras que la derecha en la oposición necesita disfrazarse de oveja centrista para ganar elecciones y poder así poner en marcha su retrógrada y ultraconservadora agenda reformista, la izquierda sólo recupera sus señas de identidad ideológicas precisamente en la oposición, cuando es expulsada del paraíso institucional por haber practicado la misma realpolitik que denuncia en sus penosas travesías del desierto. Todo un misterio político.

Uno de los más recordados episodios de Wilt tiene como co-protagonista a una muñeca hinchable, a la que aparece agarrado en una fiesta víctima de una despechada venganza femenina. A Wert no le ha hecho falta un ridículo similar para ser el Ministro peor valorado en todas las encuestas. A falta de Wilt, los amantes del sarcasmo tenemos a Wert. Esto sí que tiene gracia.

TRANSPARENCIA

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