BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

Auto de fe


En 1755 tuvo lugar un terremoto en Lisboa que mató a decenas de miles de personas. La gente necesitaba una explicación a aquella tragedia, y también conjurar el temor a que se repitiera. Por aquél entonces los telediarios no entrevistaban a los sismólogos; así que los tertulianos de la época concluyeron que sólo Dios tenía fuerzas suficientes para hacer temblar la tierra. Dicha conclusión abría un nuevo interrogante: ¿por qué Dios iba a castigar tan cruelmente a los humanos? Algunos culparon a los judíos del enfado de Dios, así que la Iglesia organizó unos cuantos autos de fe, no fuera a ser. Otros atribuyeron el enojo del Supremo al excesivo comercio con los ingleses. La Iglesia Anglicana argumentó en su defensa que el único templo que había permanecido en pie había sido el suyo, y contraatacó atribuyendo la ira de Dios a la corrupción de la Iglesia Católica.

A estas alturas de la Historia hay todavía muchas personas, incluidos algunos economistas, a las que les da pereza tratar de encontrar explicaciones racionales a las dificultades económicas que vivimos. No digo que atribuyan el origen de la crisis a nuestros pecados, no al menos del mismo modo que las personas del siglo XVIII atribuían los movimientos sísmicos a la presencia de los judíos, el comercio con los ingleses o la corrupción de la Iglesia Católica. Sin embargo, algo hay en el ambiente.

A comienzos de la crisis circuló por Internet un video, realizado por un programa de humor de una televisión sueca, que nos definía como un país de gente que trabaja poco y mal. Una forma, por cierto, muy eficaz y muy injusta de crear mala conciencia a toda una sociedad. Sobre todo cuando uno descubre que la fábrica de Opel en España tarda menos horas que la de Alemania en fabricar el mismo coche. El mismo valor explicativo que dicho video tiene, por ejemplo, culpar de la crisis al número de ayuntamientos, de universidades o de representantes democráticos. Siempre, además, con datos procedentes de investigaciones aún menos rigurosas que la del programa humorístico sueco; pero burla burlando todo contribuye a minar nuestros servicios públicos y nuestra democracia.

Los mercados no buscan regenerar nuestras instituciones y costumbres, que por cierto no están más degeneradas que cuando nos prestaban dinero a espuertas. Inyectaron dinero en nuestra economía, no porque fuéramos inteligentes, honestos y trabajadores, sino porque les convenía. Y ahora nos lo niegan no porque seamos torpes, deshonestos y vagos, sino porque ahora su negocio consiste en pedirnos altos intereses. Lo otro, lo de la regeneración de las costumbres, es para distraernos mientras nos sisan. El templo de los estafadores permanece intacto, luego no son nuestros pecados: es la economía. Por eso sería mejor secularizar la explicación de la crisis, aunque eso nos obligue a leer más economía y a hacer menos demagogia. Siempre será mejor leer libros de economía que organizar autos de fe para quemarnos unos a otros, y además diremos cosas más sensatas.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos