BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

Defiende el Congreso


En los últimos meses se ha estado gestando y organizando una movilización social bajo el lema "Ocupa el Congreso". Su objetivo viene a ser la celebración de una gran manifestación el martes 25 de septiembre, hoy, en torno al Congreso de los Diputados, símbolo de la democracia, para expresar el malestar y conseguir "romper con el régimen vigente y exigir un cambio hacia una auténtica democracia social impulsada desde abajo hacia arriba".

Los promotores de esta iniciativa se han dado a conocer a través de las redes sociales. Conforman la Plataforma ¡En pie! (http://plataformaenpie.wordpress.com/) y se definen como "personas reunidas en un movimiento de carácter social, antineoliberal, anticapitalista, antipatriarcal y democrático". Curioseando en esta página web he visto que le gusta a poco más de 12.000 personas, y que las últimas entradas han sido tuiteadas unas 28 veces y compartidas en facebook otras 115, en el momento de escribir este artículo.

La alarma generada por esta anunciada movilización parece a todas luces exagerada viendo los datos ya descritos. Si bien es cierto que la ciudadanía está muy cansada de los políticos, y sobre todo de los dos grandes partidos nacionales, a primera vista parece desmedida una concentración de 1.500 policías para defender el Congreso. Sin embargo, los ánimos están muy caldeados, hay centenares de miles de familias sin esperanza ni horizonte, y una pequeña mecha puede hacer estallar un conflicto incontrolado. Sin olvidar a los oportunistas de turno.

Hace poco tuve la oportunidad de viajar a Madrid y encontré los alrededores del Congreso vallados. Me sorprendió la medida, hasta que unos policías me contaron que en una concentración de funcionarios fueron agredidos y que incluso sufrieron actos vandálicos en sus vehículos particulares. Ni ellos mismos se lo creían. La furia social les pilló por sorpresa, porque no se trataba de agitadores ni de los alborotadores ya habituales, sino de personas aparentemente normales, transformadas en una jauría humana, descargando una violencia imprevisible.

No me gusta nada la idea de Ocupar el Congreso, y mucho menos cuando apenas viene avalada por un puñado de ciudadanos. En democracia se vota, y esa voluntad popular debe ser respetada mientras la justicia o de nuevo las urnas digan lo contrario. Unos pocos miles no pueden imponer su visión ni su modelo social a más de 44 millones de españoles, por muy loables y románticos que sean sus fines. Ya vimos en el año 2011 que la indignación del Movimiento 15M no impidió una victoria incontestable del PP, y que la sociedad española decidió por abrumadora mayoría moverse dentro de los cauces de la alternancia política, como en muchos otros países del mundo.
 
Pero tampoco me gusta la idea de vallar el Congreso, de aislarlo, de protegerlo de la ciudadanía, por mucho que pueda ser una eficaz medida preventiva. Establecer un cinturón de seguridad entre la sede de la Democracia y el pueblo que la sustenta no deja de parecerme una gran incoherencia. Yo defiendo el Congreso. Y quizás la mejor forma de seguir haciéndolo sea precisamente eliminando esas barreras que los ciudadanos sienten que separan a los políticos de las personas que les dieron su confianza y su voto.

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