BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

Malala


Veo las fotos de Malala Yousafzai, la chica de 14 años tiroteada por unos hijos de puta, tan sólo por querer la educación para las niñas de su edad, y me pregunto qué clase de odio atroz recorre las venas de sus pretendidos asesinos, qué clase de visión de la vida y de la muerte y de la religión enturbia la cabeza y ciega la razón de quienes le han disparado a bocajarro a una chiquilla a la que se ve inquieta, inteligente, alegre y con todo un futuro por delante, quizás un futuro lleno de trampas y de peligros y de incomodidades, pero al menos un futuro por el que pelear, lleno de retos y de logros y de metas.

Veo las fotos de esta chiquilla, su mirada chispeante, la ilusión y la pericia con la que maneja una cámara de video, y pienso en la educación, en las mujeres, en los grandes retos de los últimos años. Pienso en la resistencia que han encontrado los avances sociales a o largo de la Historia, en la educación como gran herramienta para la movilidad social, en las oportunidades que ofrece, en el futuro. Y también en los libros de Bourdieu y en las dificultades y en las herencias y la necesidad de empujar fuerte dentro de un sistema que perpetúa las diferencias más que las acorta.

Leo en los periódicos las noticias sobre Malala, su traslado a un hospital británico, donde parece que va a poder recuperarse después de una exitosa operación en su país natal, Pakistán, y me gustaría saber en cuántas familias y en cuántos colegios se ha tratado este tema: que una chica quiera estudiar y que unos asesinos quieran matarla por ello. Dónde se ha debatido sobre lo que tenemos y no valoramos. Cuánto se ha hablado sobre lo importante y lo superfluo. Me gustaría saber si alguien en alguna parte ha puesto el ejemplo de Malala para hacer pensar y reaccionar a su hijo, a su hija, o a una clase de adolescentes adictos a la televisión y a la vida fácil del fin de semana en compañía de iguales, una rutina monótona de salidas y entradas hacia ninguna parte. Y soy pesimista, lo siento.

Busco las últimas noticias sobre Malala y pienso también que no todo en la vida es el estudio. Pienso en la importancia de las actitudes, de los valores. Ahora que cientos o miles de poseedores de impecables curricula vitae están llevando al desastre a la sociedad que conocemos, impulsando la desigualdad social y llevando a la pobreza a millones de familias, me planteo por qué no hablar de un currículum social, que nos permita saber a quién o a quiénes han ayudado altruistamente los amos del mundo cuando han podido hacerlo, con qué asociaciones han colaborado, qué causas nobles han defendido, qué campañas públicas han liderado. Porque quienes hoy dictan nuestro destino quizás hayan crecido pensando y creyendo sólo en el dinero y el poder. Y me sentiría mucho más reconfortado en manos de una Malala Yousafzai, con su coraje y su valentía, que en manos de un tipo cargado de másters pagados por papá, tan miserable moralmente como quienes han decidido, por suerte sin éxito, disparar a una niña que sólo quería vivir en un mundo mejor.

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