BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

Uno de cinco


Las elecciones autonómicas celebradas el domingo dieron la victoria al PP en Galicia y a los partidos nacionalistas en el País Vasco. Entre las conclusiones más relevantes, dos: la bajada de la participación en un momento de cuestionamiento y discusión de las propias Autonomías y del modelo de Estado en España, y el papel del PSOE, que sólo ha conseguido uno de cada cinco votos emitidos en cada una de las Comunidades Autónomas. Nada más conocerse los resultados, algunas personas resentidas han pedido dimisiones, aunque la palabra que más se ha escuchado es "reflexión", seguida de "serenidad".

Vayamos por partes. En Galicia era muy difícil gobernar. Hay que recordar que en las primeras elecciones autonómicas gallegas el partido más votado fue Alianza Popular, que gobernó ocho años con la UCD hasta que una amplia coalición logró arrebatar el poder a la derecha gallega. Por poco tiempo: luego llegó Fraga y Pérez Touriño pudo gobernar de nuevo desde la izquierda -de 2005 a 2009- por sólo un diputado, en alianza con los nacionalistas del BNG, con Fraga muy deteriorado y en pleno apogeo del PSOE de Zapatero.

Así que era difícil pedir peras al olmo, lo que no es óbice para reconocer que es un resultado muy malo, y para señalar que la suma de votos del BNG y de la nueva formación de Beiras es bastante superior a la que recogen los socialistas, que se dejan 240.000 votantes por el camino desde la última convocatoria autonómica gallega.

En el País Vasco, la irrupcion de Bildu ha demostrado que lo que era una anomalía era precisamente impedir que la izquierda nacionalista vasca tuviera abiertas las puertas de la política democrática para demostrar que la violencia tenía que llegar a su fin. Entre las instituciones y el terror han ganado las instituciones, y eso creo que siempre es preferible. Bildu consigue electores tanto del nacionalismo vasco como de la izquierda, y eso debe hacer reflexionar al PSOE. Como escribía Isaac Rosa la noche del domingo, quienes han votado con miedo han decidido volver a confiar en opciones políticas conservadoras. Y quienes votaron con rabia decidieron hacerlo más a la izquierda de lo que representa hoy por hoy el socialismo español.

Cuando un partido político gobierna o aspira a hacerlo y sólo consigue la confianza de uno de cada cinco votantes, tiene un serio problema. Y más allá de los ajustes de cuentas basados en viejas rencillas personales, debe poner soluciones y propuestas sensatas de cambio encima de la mesa. Las elecciones del domingo y la convocatoria catalana nos dicen que, en estos momentos, las opciones políticas que están consiguiendo los votos de las víctimas de la crisis económica son el nacionalismo -el periférico, y de rebote también el nacionalismo español- y una izquierda más radical y crítica con el sistema que la que representa el PSOE. En esas coordenadas debe articularse una respuesta política que ya se está haciendo esperar.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos