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Un cuento realista contra Andalucía
De entre todos los agravios existentes quiero detenerme en uno en particular, que no sólo es contra los andaluces, sino también contra la Ley. Aquel que se refiere a que el reparto del Estado con Andalucía ha de ser proporcional al número de habitantes. Pongo un ejemplo, en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2013 casi 300 millones de euros merman las inversiones en Andalucía que han ido a otros territorios. El Estatuto de Andalucía, ley estatal no lo olvidemos, dice que estas inversiones han de ser equivalentes a la población andaluza, es decir, el 17\'9%, sin embargo sólo se ha destinado en el proyecto de Ley de los PGE el 15\'3%. Una decisión reiterada, ya que para el año 2012 también se incumplió.
Frente a las voces de la derecha sobre andaluces pedigüeños, José Antonio Griñan, presidente de los andaluces, lo dejaba bien claro, "no es que pidamos más recursos, sino que se distribuyan como dice la ley". Es decir, sólo exigimos lo nuestro, no lo que creemos que es lo nuestro (exigencias que respeto de otras comunidades), sino lo que por ley es nuestro.
Son medidas, además de injustas, injustificadas. Como la capacidad de endeudamiento, que en estos momentos se revisa porque nadie entendería tal grado de incoherencia. ¿Cómo van a endeudarse más las comunidades que más déficit tienen? ¿Cómo se puede negar el endeudamiento a los territorios que tienen más necesidad de desarrollo?
Le explicaba a un amigo hace unos días esta situación con un ejemplo simple que a continuación os relato. Un ejemplo que define muy bien las injustas políticas del Partido Popular: Imagina a un padre moribundo con siete hijos que decide hacer testamento para evitar conflictos a su fallecimiento. El padre tiene tres opciones para dividir su riqueza.
La primera de ellas sería dividir su patrimonio en siete partes iguales y re partirlas entre sus hijos. Quizá no haya valorado la situación de cada hijo, pero quiso ser justo desde la equidad.
La segunda sería observar el estado económico de cada uno de sus hijos, y tras ello repartir su dinero de forma que los menos adinerados recibieran más y los más adinerados menos. Quiso ser justo desde la solidaridad.
Y la tercera opción sería, conocida la riqueza de cada hijo, darle menos al que menos tenía, ya que está adaptado a vivir con poco, y brindarle más al más potentado, porque estaba acostumbrado a vivir con un mayor gasto. Lo cual es injusto.
Pues en el reparto estatal Andalucía podía haber pedido la segunda opción, una distribución solidaria, lógica. Sin embargo eligió exigir la primera opción, la escrita en ley, la del reparto para todos iguales. Frente a ello, como aquellos cuentos realistas, el Partido Popular impone la tercera opción, la del padre injusto.