BLOGOSFERA

To be or not to be (Spain)
En el corto plazo de un mes se han celebrado elecciones en dos de las Comunidades Autónomas que más tensión generan en el imaginario colectivo de España, País Vasco y Cataluña, y en ambos casos podemos encontrar sorprendentes paralelismos. En el País Vasco, la irrupción de Bildu obliga al PNV bien a esperar la disolución definitiva de ETA para llegar a un pacto estable de gobierno, bien a intentar gobernar desde una minoría muy minoritaria -apenas un tercio del Parlamento- con apoyos puntuales de Bildu, o del PSOE o del PP. Un escenario difícil, ya que meter de socio de gobierno a un partido que compite contigo en el eje nacionalista no deja de ser una reedición de aquellas películas del Oeste americano en las que una sola calle era demasiado estrecha para dos personas.
Lo mismo podemos decir de Cataluña, ahora. El fracaso de Mas le obliga a tirarse en brazos de ERC, triunfadora de las elecciones del domingo - 23 escaños y 270.000 votos más que en 2010- para mantener el pulso soberanista. Y de nuevo eso supone garantizar una suerte de gobernabilidad alcanzando un pacto de gobierno entre dos partidos políticos que compiten básicamente por un espacio electoral muy similar. Y es que las primeras condiciones de ERC para empezar a hablar -el cambio radical en la política económica neoliberal practicada por CiU, la supresión del euro por receta- parecen un simple barniz porque lo realmente importante es la vía soberanista y, por encima de todo, la financiación autonómica.
De hecho, hay una cierta reciprocidad entre la política vasca y la catalana, y también se abre un escenario de comparación entre ERC y una Bildu sin ETA. En Cataluña se llora por el cupo vasco y por una relación bilateral con el Gobierno de España. Y en San Sebastián ya no habrá corridas de toros a partir de 2013, siguiendo la aportación catalana a la destrucción de sus lazos culturales con la madre patria.
En ambos casos, pierde Andalucía. Lo hace en el terreno económico, porque el avance soberanista sólo se apacigua con el dinero destinado a la solidaridad interterritorial. y también en el terreno cultural, porque guste más o guste menos, Andalucía aporta la imagen de España en el mundo. Se empieza prohibiendo los toros y se acaba persiguiendo el flamenco - Patrimonio Cultural de la Humanidad- y amenazando la figura de Picasso, ese malagueño universal.
Es lo que tiene de malo deconstruir España. Que muy pocos ganan y casi todos perdemos. Ya lo decía el del chiste, donde se ponga un buen pacto fiscal, que se quiten los toros. Y el fútbol.