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Las señoritas Faulkner y la corrupción
El secreto de vivir es una película que Frank Capra rodó en los años de la Gran Depresión que cuenta la historia de Longfellow Deeds, interpretado por Gary Cooper, un hombre sencillo que vive feliz en su pueblo hasta que le cae encima una herencia millonaria que le amarga la vida. Lonfellow decide hacer un uso poco convencional de aquella herencia, lo que lleva a unos familiares codiciosos a intentar inhabilitarlo judicialmente alegando que está loco. Testigos de la acusación son las señoritas Faulkner, a las que traen a declarar desde Mandrake Falls, el pueblo de Longfellow. Las hermanas, dos ancianas bastante excéntricas, declaran ante el juez que el protagonista está loco.
En su turno de defensa Longfellow, en una deliciosa escena, hace confesar a las hermanas que viven en una casa de su propiedad y que no les cobra el alquiler. Luego les pregunta si alguien más en el pueblo está loco, a lo que ellas contestan que «todo el mundo en el pueblo está loco, menos nosotras, naturalmente». Finalmente les pregunta si les parece que el juez está loco, a lo que ambas responden: «sí, completamente loco».
Hace unos días un prestigioso medio de comunicación publicaba una encuesta sociológica en la que el 90% de los entrevistados afirma que en la banca hay igual o más corrupción que en la política. Respecto a los medios de comunicación, un 57% respondía que en ese ámbito hay igual o más corrupción que en la política, frente al 41% que sostenía que en la política hay más corrupción que en los medios. Las empresas, los sindicatos y la monarquía corren la misma (mala) suerte en dicha encuesta, en todos los casos la suma de los que piensan que hay igual o más corrupción que en la política es mayoritaria.
Finalmente se preguntaba si en la sociedad hay más, igual, o menos corrupción que en la política. Si nadie ha puesto el dato en la entradilla del artículo, me gustaría que el amable lector o lectora aventurara su respuesta a la siguiente cuestión: ¿se salvan los ciudadanos a sí mismos de la acusación de corrupción generalizada como las señoritas Faulkner se salvaban de la locura generalizada del mundo?
Creo que las señoritas Faulkner se sentirían a gusto entre nosotros, aunque igual nos encontraban algo radicales. El 47,3% de los entrevistados afirma que en la sociedad hay menos corrupción que en la política y el 48,1% piensa que en la sociedad hay igual o más corrupción que en la política. Dado el margen de error, como sociólogo yo firmaría un empate, pero literariamente esas décimas de ventaja a favor de la política no tienen precio.
Alguien podría decir que lo justo con los resultados hubiera sido titular la noticia de la encuesta diciendo: «los españoles piensan que ellos son más corruptos que sus políticos»; pero aunque justo con los datos no sería justo con la realidad, como tampoco lo fue el titular que finalmente usaron. Es una locura, pero conocemos con mucha más exactitud nuestra opinión sobre la corrupción, que la corrupción sobre la que opinamos.