BLOGOSFERA

Miguel Ángel Heredia Díaz

Intervención ante el Comité Provincial del PSOE de Málaga


Tal día como hoy, España constituía en 1979 los primeros ayuntamientos democráticos desde la Segunda República.

La democracia joven que los españoles forjábamos con audacia llegaba a nuestros plazas, a las calles.

En mi caso son recuerdos de juventud, casi diría de la niñez. No tardé en entrar en política, eso sí. No quiero yo quitarme años.

De aquellos tiempos quienes vivisteis ese día y quienes más bien abonamos el terreno de la nostalgia, siempre recordáis la ilusión, la esperanza de cambio, de nuevas oportunidades.

Ese tiempo no se ha ido de nuestras casas del pueblo, porque muchos de esos compañeros y
compañeras que bandera en mano conformaban las caravanas electorales, aquellos que pegaron los carteles de Juan Gámez de Vélez, Pedro Aparicio y de tantos otros, los interventores y apoderados, concejales y concejalas, cargos que recorrieron la provincia por carreteras tortuosas, siguen al pie del cañón. Es cierto que hoy no celebramos un aniversario redondo. Son 34 años.

No obstante, hoy tiene más razón de ser la reivindicación de la democracia en nuestros pueblos y ciudades que dentro de un año, teniendo en cuenta la sombra que planea sobre la administración local.

Os propongo que este comité provincial sea un acto de reivindicación de aquel tiempo y de todos aquellos que se dejaron la piel en ese tiempo, de reflexión y deliberación sobre qué sucede y qué nos sucede hoy, y de por dónde tenemos que salir unidos de esta.

Mi planteamiento de partida es sencillo: llegamos a este punto con una derecha en el Gobierno que viene a por todas.

Primero, en cómo se reforma el Estado, en su estructura y en su papel.

Segundo, en cómo se redistribuyen las oportunidades en la crisis y tras la crisis. Tercero, el código de valores más recalcitrante y antiguo se convierte en norma mediante su publicación en el Boletín Oficial del Estado.

Dicho de otra manera: centralismo, desigualdad y religión. La derecha cincela una España única, dual y católica.

Compañeros y compañeras:

Estos meses atrás hemos dedicado mucho esfuerzo a reivindicar la figura de alcaldes y alcaldesas, de los, y las portavoces, de explicar a la ciudadanía por qué la reforma local que nos quieren imponer es un retroceso.

No abundaré en ideas concretas sobre la reforma, han sido explicadas en múltiples foros, minuciosamente además.

Esta reforma me recuerda a la ley del suelo del 98. ¿En qué sentido?: porque es una bomba de relojería.

Si se aprueba, estallará dos, tres, cuatro años después con previsibles consecuencias: despidos en las plantillas municipales, privatización de servicios -es decir, bajada de sueldos-, pérdida de servicios, pérdida de oportunidades en los pueblos.

Con la ley del suelo, se hicieron millonarios unos pocos y han quedado atrapados millones de españoles.

Con la reforma local, se harán multimillonarios otros pocos y quedarán sin servicios millones de españoles. Están concibiendo otra burbuja.

El desarrollo local está pendiente del hilo de las decisiones que se tomen en despachos a cientos de kilómetros, unas decisiones que condenarían a una parte de la ciudadanía a tener servicios de segunda o tercera, porque dicen son más caros que en las ciudades.

Mirad, si Andalucía no ha echado el cierre a ningún pueblo es porque en nuestras políticas ha primado dar oportunidades y elevar el bienestar de esos pueblos. No penséis que no hay razones. Las hay.

Pues en sentido contrario, si la vida se vuelve aún más dura en los pueblos, si pierden oportunidades, la derecha habrá logrado su objetivo: una nueva diáspora pueblo-ciudad. Así no hay gasto.

El verdadero peligro ideológico de la reforma es fulminar el concepto de rentabilidad social.

De una tacada desaparece la política y el campo queda libre para la tecnocracia. Lo que dice un tecnócrata es una verdad revelada.

Lo hemos visto con las previsiones económicas o la medición del impacto de los recortes en el déficit. Después ha resultado que habían hecho mal el cálculo.

Los socialistas no estamos en contra de racionalizar los recursos, de maximizar sus beneficios -usando términos económicos- porque así alcanzaremos nuestras aspiraciones ideológicas.

Pero sí estamos en contra de que tras el vaciado ideológico que ha procurado la derecha durante
los últimos 30 años, venga ahora una aristocracia tecnócrata a gobernarnos.

No confundamos tecnócrata con experto o especialista o burócrata o funcionario. No se trata de eso. Y sé lo que estáis algunos pensando. Y estoy de acuerdo: si queremos instituciones serias, útiles y éticamente irreprochables, necesitamos una reforma
profunda, no un recambio.

Una reforma del papel del político en la institución y de la burocracia que garantiza los derechos de la ciudadanía. No un recambio de políticos por burócratas.

Porque tan malo es que la política haga burocracia como que la burocracia haga política.

Que no exista la rentabilidad social, significa que se pierden servicios.

Es el argumento de la eliminación de las líneas de tren o la razón por la que no se crea una línea de autobús. Es que no hay demanda.

¿Cómo va a ver demanda si ni siquiera existe el servicio?.

Eso pasará en nuestros pueblos. Porque la derecha, en política, siempre juega con la demanda -recorta o elimina el servicio que da derecho a demandar-, y la derecha en los sillones de los consejos de administración juega con la oferta, o bien porque se quedan con la explotación, o bien por que son quienes le ponen precio.

Todo lo que hemos andado en los 34 años de democracia local podemos retrocederlo con esta ley de racionalización de la administración local.

Cuanto menos claros son los nombres de las leyes, más oscuros intereses ocultan.

Así que el trabajo desarrollado en estos meses sobre la reforma local seguirá siendo prioritario, porque además, cambia las reglas del juego para las próximas elecciones, nos obliga a articular una renovado discurso municipal socialista, fundamental para nuestras metas electorales de 2015.

Sin combatir esta reforma, sin desentrañar esta reforma no podemos afrontar con garantías un 2015 en medio de una crisis política y económica.

Amigos y amigas:

Os decía antes que la derecha está generando una sociedad dual, desigual, en todos los sentidos.

Pocos que tienen mucho y muchos que tienen poco, lo dije el lunes en Marbella.

La gran mayoría de la población se empobrece mientras que una pequeña minoría, sigue haciendo
negocio.

Gobierna la derecha y aumenta la desigualdad, se pierden derechos laborales, las mujeres pierden el derecho sobre su cuerpo, aumenta la homofobia...

Uno a uno los pilares del Estado del Bienestar reciben su golpe. Sanidad, educación, dependencia, pensiones.

Me detengo en este último por más inmediato.

Hemos conocido el informe de los expertos para la reforma de las pensiones. Expertos, cuyas deliberaciones y trabajo desconocemos, sólo conocemos el resultado final; su propuesta de recortarlas, de restar poder adquisitivo a los pensionistas de hoy y a los de mañana. Conclusión: pensiones más bajas, menos pensionistas y que comiencen a cobrar más tarde.

Nuestro secretario general federal ha propuesto que se use la hucha de las pensiones, que para eso se creó el mecanismo.

Personalmente añado que no sería muy entendible por nadie, por lo menos yo no lo comprendo, que para sanear los bancos el país se endeude hasta superar el 10 por ciento de déficit y que para mantener el poder adquisitivo de los pensionistas -que son el sustento de cientos de miles de
familias españolas- no se pueda tocar un fondo de reserva.

Que se use el fondo y que se pacte la reforma con los sindicatos. La última reforma de las pensiones, impulsada por el Gobierno socialista en 2011, se pactó con empresas y sindicatos, porque un cambio de esa profundidad y con futuras consecuencias en el modelo de convivencia social, debe avalarse con el máximo de los consensos, después de un trámite de debate público y democrático, plural y abierto, que atienda a condicionantes coyunturales, pero con visión a
largo plazo.

Así lo hicimos las y los socialistas. Y así lo hemos propuesto ahora.

Pero llegan las instituciones europeas, y aquí en Málaga, y por boca de un compañero socialista, nos dice que con consenso o sin consenso la reforma de las pensiones se tiene que aprobar ya.

Nos obligaron a una reforma constitucional exprés -que pesa sobre algunas conciencias, una es la mía- y ahora nos obligan a definir el modelo de las pensiones en dos días.

Aquí el Partido debe actuar. Sin complejos ni contemplaciones. Y los sindicatos. Bloque común.

No nos puede comer lo urgente, porque esto es muy importante.

Porque debe haber debate público, no podemos hurtarle a la sociedad un debate de estas
características por sus consecuencias presentes, por las futuras, porque se trata de una de las bases del contrato social, porque es una de las bases de cómo los socialistas concebimos el modelo de convivencia.

Los que mandan, quieren crear incertidumbre sobre las pensiones públicas precisamente hablando de que las quieren hacer sostenibles. Es la trampa de la derecha. Dime de qué presumes y te diré de lo que careces, dice el refrán. Pues con la derecha igual.

Una reforma de las pensiones sin pactar, sin explicar, en el mismo tiempo en que debatimos, por ejemplo, el etiquetado de los yogures, puede ser el detonante de la temida conflictividad social.

Compañeros y compañeras:

En Andalucía estamos luchando contra todo lo anterior. La tarea de esta Comisión Ejecutiva Provincial se ha centrado en contribuir de forma decidida al proyecto andaluz, con Pepe Griñán, como proyecto de alternativa socialista para España, para nuestro partido federal.

Sabíamos hace un año que el socialismo andaluz tenía que demostrar la alternativa ideológica real y efectiva a la política de la derecha que con su mayoría absoluta, pero sin mayoría social iba a ir aplicando una a una las contrarreformas.

Dar nuestro apoyo, político, material, estratégico ha sido prioritario.

Porque nuestra provincia además necesita de esas políticas del Gobierno de Griñan, además padeciendo dos catástrofes -el incendio y las inundaciones- que complicaban la situación.

En explicar por qué tomamos las decisiones y en trasladar a los compañeros y compañeras de las instituciones nuestra visión de por dónde tienen que ir las decisiones.

La crisis no es una foto fija. Primero, porque las decisiones del Gobierno del PP tienen graves consecuencias, segundo, por la propia evolución de la misma: de crisis financiera a crisis económica, política y social.

El compañero Pepe Griñán se enfrenta a la crisis asumiendo la realidad de ésta. Sin paliativos o paños calientes.

Y mantiene las políticas en las coordenadas socialistas que todos esperamos de un gobierno, en
este caso, de coalición, que se fundamenta en un pacto de ideas y propuestas. Eso es muy importante. El Gobierno andaluz es un gobierno de acción.

No podemos decir lo mismo de otros gobiernos autonómicos.

Toma y tomará más decisiones audaces, que son las únicas que pueden solucionar la situación y devolver la confianza en la política.

Con una política económica de estímulo y progresividad fiscal, con planes de empleo y estímulo económico, dentro de las posibilidades que nos deja el Gobierno de Rajoy que quiere ahogarnos, con ideas que demuestran que otro camino es posible, como la subasta de medicamentos.

Es un Gobierno que se pone de lado de la gente y no de los poderes no democráticos que parecen gobernarnos, cuyo control y regulación debe ser una de nuestras obligaciones.

Por nuestra parte, los compañeros y compañeras de esta comisión ejecutiva provincial, nos hemos recorrido la provincia para estar cerca de la gente, de los compañeros y compañeras de gobierno y en la oposición, de los colectivos sociales de siempre y las nuevas plataformas que han surgido.

Hemos cumplido con el mandato del congreso en cuanto a abrir más y más el partido y potenciar el debate interno, así como la formación.

Son malos tiempos para la política. Para los políticos.

La democracia española vive una crisis profunda y estructural, de todo tipo y naturaleza.

Conforme la responsabilidad es más alta, más desafección en contra, desconfianza y crítica.

Para unos la crisis es de los políticos y no de la política, para otros es una crisis de desconfianza,
voces autorizadas nos dicen que atravesamos una crisis de la representación y de los instrumentos que actuamos de intermediarios, como los partidos políticos.

El Partido en el Gobierno de España, los poderes económicos aliados con este Partido en el Gobierno y la metástasis de corrupción de este Partido en el Gobierno ayuda más bien poco.

La demagogia de otras formaciones contribuye al desaliento, y nuestros desaciertos y errores se suman.

Hemos cometido errores.

No diré aquellos que retumban en vuestras cabezas por sabidos.

Procuremos darnos golpes en el pecho, en el nuestro, porque es más fácil darse golpes en el pecho cuando no es en pecho propio, asumir los errores de los otros y no los nuestros, allí donde cada cual esté. No somos infalibles, tomamos decisiones equivocadas, pero reconocer el error no mortifica nuestro amor propio, más bien lo contrario, nos hace mejores.

Discutimos en las agrupaciones, debatimos y nos criticamos dentro de sus paredes. Comprensible y necesario.

Nos hemos dado un tiempo, habrá quien piense que es un tiempo perdido y a otros ese mismo tiempo les dará la razón, a mí lo que me importa es que es un tiempo para la deliberación.

En pocas semanas vuestras agrupaciones han enviado directamente a los órganos federales casi 200 propuestas fundamentadas, interesantes, todas de cambio.

Comprensible y necesario, pues el cambio es consustancial al socialismo, siendo la transformación social nuestro perpetuo destino, debemos ser una organización de cambio y para el cambio.

No obstante, el cambio nunca es súbito, como no lo es la transformación social a la que aspiramos.

Al ímpetu del cambio, nos corresponde la mesura de la experiencia.

Al recuerdo de que siempre queremos avanzar en la travesía del desierto a gran velocidad.

Siempre soñamos con líderes providenciales, casi mesiánicos, que nos lleven rápido de nuevo a la hegemonía electoral.

Quienes llevamos algunos años, más jóvenes o no, recordamos cómo en otras ocasiones nos abrimos en canal. Fue útil, sirvió para cambiar.

Somos socialistas porque abrazamos unos ideales bañados de un intrínseco espíritu de protesta contras las injusticias sociales.

Y son éstas, compañeros y compañeras, las que espolean nuestra necesidad de cambio.

Es entonces cuando me pregunto si el cambio necesario es el nuestro primero, o el de la sociedad.

Si el tiempo que nos damos nosotros se lo estamos quitando a quienes esperan de nosotros más que
debates internos.

Es entonces cuando me pregunto si antes son las ideas o las personas.

Es entonces cuando me pregunto, si la mejor manera de fortalecer la organización es haciendo que sea menos organización, a la vista de que los partidos llevamos en crisis desde el mismo momento en que se crearon como herramienta de participación política.

Ahí es donde quería llegar. Nuestra crisis no es única. Me refiero a la crisis de los partidos.

Es la crisis de cuanto está en medio de la sociedad y sus esperanzas. En crisis, todo parece que estorba. Está en crisis todo cuanto es sentido como que no representa ni por ejemplo, ni por defensa del interés común.

Pero me pregunto ¿si la mejor manera de hacer más democracia es debilitando a quienes representamos a los ciudadanos?.

Que el activismo político puede hacerse al margen de los partidos no es nuevo. Que se lo digan al movimiento feminista, por ejemplo.

Fue la integración y adaptación de esos planteamientos, al tiempo que a las propias protagonistas de esa lucha, lo que agrandó al Partido, lo que unió feminismo y socialismo en términos reales en plena transición, porque no puede entenderse la igualdad o la lucha contra ella, sin la
lucha contra las estructuras sociales y las ideas que abonan a diario la desigualdad entre mujeres y hombres.

Por ello, cualquier replanteamiento programático que nos hagamos para luchar contra la desigualdad ha de pasar por el cambio de las reglas del juego que potencian y mantienen esa desigualdad.

Las reglas del juego y las instituciones. Hace falta que entendamos, por ejemplo, que mantener el estatus de la Iglesia es mantener el estatus de una organización machista y retrógrada, y por ende, de perpetuar en la sociedad modelos morales que saltan a lo político, como nos quiere imponer el PP.

La lucha por la igualdad entre hombres y mujeres pasa, entre otras cosas por la laicidad del Estado.

No lo digo a consecuencia de que el PP legisle lo que le susurra al oído la jerarquía eclesiástica. Lo
digo porque debimos hacerlo nosotros.

A veces pienso que no vamos a la raíz del problema. Y cuando vamos, a la vista de la reacción del adversario ideológico pienso que acertamos.

De la contrarreforma ideológica es la eliminación de Educación para la Ciudadanía el movimiento con más calado que hace el PP en estos términos, por ejemplo.

Educación para la Ciudadanía cumplía con la necesidad básica, obvia pero no por ello menos audaz, de educar a nuestros hijos e hijas en los valores de la democracia, la igualdad, el respeto. Sabe la derecha que una sociedad que aprende la democracia, es una sociedad menos manejable.

Que una sociedad que educa en los valores colectivos es una sociedad menos conservadora.

Que una sociedad que siente empatía por el otro es una sociedad que se cuida y se protege a sí misma mediante lo público.
Así que cambiar las reglas del juego es nuestra misión.

Nuestras políticas son paliativas, las mayor parte de las veces.

Nos cuesta entrar a cambiar el propio tablero de juego o sus reglas. Son esas reglas las que perpetúan la desigualdad de la sociedad, mientras que los argumentos de la derecha se cuelan en debates y artículos, en las redes sociales, porque suenan intuitivos.

Como por ejemplo, el mérito y la capacidad. El esfuerzo como valor en sí mismo.

Recuerdo a Ángel Gabilondo en un mitin en Bailén Miraflores cómo gritaba que sobre el esfuerzo la derecha precisamente tiene pocas lecciones que darle a la izquierda.

La derecha justifica sus recortes en becas en que es un despilfarro de recursos becar a alumnos con notas bajas.

Conforme más alta sea la nota, con ese razonamiento, menor sería el despilfarro -a
su juicio- porque habría menos alumnado becado que abandone.

Y dan una vuelta de tuerca: los alumnos han dispuesto de beca, han podido acceder en igualdad de condiciones, pero ha dependido del esfuerzo de cada cual.

Un instrumento para la igualdad de oportunidades se convierte, precisamente, en un contrafuerte para mantener la desigualdad social. Así piensa y actúa la derecha. Si fracasas es por tu culpa.

Eso me lleva advertir de que incubamos otra burbuja, la del emprendimiento o el autoempleo. Que haya más empresas y empresarios y empresarias es el primer paso para que recuperemos empleos destruidos.

Sin embargo, no llevemos a engaño a la gente en este momento.

Porque sin dinero las ideas no germinan. Por buenas que sean.

Y si las tenemos buenas, que las hay, no son viables en todos los sectores.

Podemos estar condenando a la ruina a familias mientras permitimos que los bancos sigan sin prestar, mientras seguimos sin tomar medidas reales para que el crédito, la gasolina de la economía, llegue a las pymes, a los autónomos y a las familias. La Ley de Emprendedores del Gobierno es una ley trampa, es una ley para reducir parados de las listas, no para crear empleos.

Podemos convertir los ahorros de las familias en deudas, en vez de en los créditos de los bancos.

Tenemos que salir de la conferencia de octubre con un discurso renovado, porque lo impone la crisis y porque lo pide nuestro electorado, la sociedad en general.

No se trata de un programa electoral, tenemos que salir con un cambio de cultura como organización, en términos de democracia interna y de participación, y como actor político, en términos de utopías -sí utopías- y horizontes reales de transformación social para la ciudadanía.

Un reformismo sin conformismos.

En esa tarea está la comisión ejecutiva provincial, en responder a la confianza depositada en ella, en cumplir con la responsabilidad particular e individual de cada una de las personas que la componen, y de su acción como órgano colectivo.

Muchas gracias.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos