BLOGOSFERA

José Sánchez Maldonado

Una salida dudosa y a cámara lenta


En España cambian las siglas de los gobiernos, pero no lo hacen tan fácilmente ni las orientaciones de la política económica (inspiradas por el BCE bajo amenaza tácita de dejar caer financieramente el país) ni la obsesión por vender brotes verdes, es decir, por tratar de tapar las crudas perspectivas con un optimismo que siempre termina siendo defraudado. Esta semana, por ejemplo, el FMI ya ha dado un mazazo a las previsiones, ya bastante sombrías, de la OCDE (caída del 1,7% en 2013 y crecimiento del 0,4% en 2014), estimando que el año que viene será de estancamiento. Además, si se tiene en cuenta que la creación de empleo suele observar cierto retardo con respecto al crecimiento, parece que el desempleo tiene nulas posibilidades de enderezarse significativamente en el medio plazo.

Por el lado de la corrección de desequilibrios, las medidas de consolidación fiscal que hemos sufrido hasta la fecha han demostrado ser contraproducentes: los déficits son persistentes y la deuda en porcentaje del PIB aumenta año a año. ¿Que ha mejorado la prima de riesgo? Efectivamente, pero me temo que ello no se debe a una mejor percepción de nuestra economía por parte de los inversores internacionales, sino por la expansión monetaria practicada por otras autoridades monetarias y, sobre todo, por el respaldo explícito expresado por el BCE a aquellos países que sigan su catecismo.

Esto no era inesperado. La historia nos dice que los ajustes de burbujas por la vía de la ducha fría de la devaluación interna no funcionan. Al contrario, no arreglan la maquinaria productiva, sino que provocan un enorme destrozo que puede tener dramáticas consecuencias socioeconómicas. Ahí tenemos la gran depresión o las dos décadas perdidas de la economía japonesa.

Que la austeridad per se en un contexto de recesión supone una apuesta por el suicidio ya lo decían los manuales de Economía Pública que uno ha venido estudiando desde hace décadas. Lo que ha cambiado ahora es que los tanques de pensamiento han dejado de recetar únicamente recortes, y la variable crecimiento comienza a aparecer en todas sus declaraciones.

Precisamente, un reciente informe de la OCDE, Medidas de consolidación fiscal compatibles con el crecimiento y la equidad trata justamente de respaldar empíricamente un ranking de instrumentos de política que permita optar por aquellos capaces de lograr la consolidación fiscal con los menores efectos secundarios posibles sobre el Producto Interior Bruto.

Por centrarnos en los efectos sobre el corto plazo, el informe refuerza la idea de que las medidas más perjudiciales para el crecimiento son los recortes en inversión y gasto público, y algo menos los de transferencias y subidas de impuestos. Es de cajón, la menor o mayor actividad del sector público se traslada de forma directa a la economía, mientras que transferencias e impuestos han de ser procesados por los agentes privados, ya sean empresas o familias. Por resumir, el ranking de recortes/impuestos de mayor a menor perjuicio sobre el crecimiento es el siguiente: inversión pública, consumo público, transferencias, impuestos directos e impuestos indirectos.

En todo caso, la cuestión verdaderamente relevante no es que se empiecen a ver despuntar pequeñas señales de preocupación por el crecimiento, o por cómo la austeridad está ahogando toda perspectiva de crecimiento. Lo relevante es si el BCE incluirá esta preocupación en su agenda, que es equivalente a que Alemania dé su brazo a torcer en torno a la necesidad de dar un mayor margen a la política monetaria, siguiendo la senda de otras grandes economías: EEUU, Reino Unido y Japón. Pero nada parece indicar que vaya a ser así, a pesar de las presiones de dentro y fuera de la UE.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos