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Turismo: cuando se abandonan los pilares y se invierte en el decorado
Durante décadas, Andalucía ha levantado con trabajo, con esfuerzo y con orgullo uno de los pilares más firmes de su economía: el turismo. No fue un regalo ni una moda pasajera. Fue fruto del empeño de miles de personas: camareras de piso, guías, un empresariado valiente, artesanas y artesanos, y quienes, desde las alcaldías de nuestros pueblos, supieron apostar por lo suyo con pasión y visión de futuro. Fue también una visión política, desde los primeros gobiernos autonómicos, que entendieron que el turismo no podía ser solo una postal bonita, sino una herramienta real para transformar nuestra tierra.
Y lo conseguimos. Creamos un modelo propio. Andalucía se convirtió en una tierra que sabía recibir sin perderse a sí misma. Un lugar donde el visitante era bienvenido, pero sin que el anfitrión tuviera que abandonar su casa o su forma de vivir. Ese equilibrio era nuestro verdadero tesoro.
Pero algo se ha torcido. Y no es casual. En estos siete años, el Gobierno de Moreno Bonilla ha dejado que ese modelo se deteriore. Ha preferido el ruido del escaparate al silencio de la planificación. Mandan el brillo de los grandes eventos y de las costosas campañas publicitarias que solo reflejan la obsesión del Gobierno de Moreno Bonilla por la imagen y el culto a su persona. Mientras se invierten millones en propaganda, se desatienden la planificación, el bienestar de la ciudadanía y la solución real de los problemas. Andalucía no necesita más fuegos artificiales, necesita gobierno.
Y ahora, con el malestar social creciendo —porque sí, es malestar, no un simple "debate" como lo llama el consejero Bernal—, lanzan una campaña de 1,7 millones de euros para lavar la imagen del turismo. Como si el problema fuera de comunicación y no de gestión. Como si los vecinos de barrios saturados, las familias que no pueden alquilar una vivienda, o los trabajadores del sector en condiciones precarias, fueran una anécdota que puede resolverse con un vídeo bonito. Otro video bonito.
El turismo no necesita maquillaje. Necesita cariño, estrategia, responsabilidad. Necesita que lo escuchen. Que lo protejan. Y, sobre todo, necesita visión. Pensar en el turismo del futuro, no en la foto del presente.
Pero claro, para eso hace falta algo más que campañas. Hace falta convicción. Hace falta política con alma. Y eso es justo lo que le está faltando a este gobierno de la Junta de Andalucía.
Porque el turismo andaluz no se sostiene con eslóganes ni con carteles espectaculares. Se sostiene con raíces. Con la gente. Con políticas que cuidan. Y, la verdad, ya va siendo hora de volver a lo esencial. Antes de que se nos escape lo que tanto costó construir.
Isabel Aguilera Gamero
Parlamentaria andaluza y Secretaria General del PSOE de Ronda