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Elena Álvarez González

Día Mundial del Alzheimer “igualando derechos”


El 21 de septiembre no es una fecha cualquiera. Es el día en que, a nivel mundial, se pone el foco en una enfermedad que avanza en silencio, pero que golpea con fuerza a miles de personas y sus familias. El Alzheimer no solo borra recuerdos, sino también identidades, proyectos de vida y vínculos emocionales.

Quienes lo hemos vivido de cerca sabemos lo que significa. En mi caso, conviví con él en mi propia familia, con mi madre. La enfermedad del olvido fue borrando poco a poco su memoria y, con ella, parte de nuestra historia compartida. Cada gesto olvidado, cada conversación y recuerdo perdido deja una herida que nunca se cierra. Es una experiencia que te obliga a mirar de frente la fragilidad humana y que marca para siempre. Es una realidad que duele, que nos llena de retos y también de aprendizajes.

Pero el Alzheimer no afecta solo a quien lo padece; también transforma la vida de las familias y cuidadores, que a menudo se convierten en los grandes olvidados. Detrás de cada diagnóstico hay un hijo, una hija, una pareja, un familiar que dedica su tiempo y sus fuerzas a cuidar cada día, a mantener la esperanza y a acompañar con ternura en cada momento. Son  quienes cuidan , son familia, y también merecen cuidados, reconocimiento y apoyo.

Los datos son claros, en Andalucía, en 2023, había 110.199 personas con algún tipo de demencia y se diagnosticaron 8.049 nuevos casos de Alzheimer, de los cuales el 65 % eran mujeres. En la provincia de Málaga se calcula que unas 12.000 personas padecen Alzheimer, pero apenas existen 110 plazas específicas para atenderlas. Esto significa que menos del 1 % de quienes necesitan cuidados especializados tienen acceso a ellos.

Detrás de estos números hay vidas, recuerdos y familias enteras que luchan cada día por mantener la dignidad y la calidad de vida de sus seres queridos. Esta brecha no es solo estadística,es una triste realidad que deja a miles de personas y familias sin el apoyo que merecen. Por ello, es urgente garantizar que nadie quede desatendido en su momento de mayor vulnerabilidad.

A esto se suma el coste económico,atender a una persona con Alzheimer supone, de media, 31.000 euros al año, de los cuales el 87 % recae sobre las familias. El 80 % de los enfermos son cuidados en casa, con un enorme impacto en la vida laboral, emocional y social de quienes cuidan.

Esta brecha refleja también la insuficiente inversión en políticas sociales, que deja a muchas personas y familias sin el apoyo necesario para cuidar de quienes sufren esta enfermedad. La situación se agrava cuando vemos la inversión pública,en 2024, pese a que los presupuestos autonómicos crecieron en 9.750 millones de euros, la inversión en políticas sociales se redujo en 2.364 millones. Hoy, en España, se destinan 3.277 € por habitante a estas políticas, pero en Andalucía esa cifra baja a 3.158 €, por debajo de la media nacional y muy lejos de comunidades como Navarra o el País Vasco ,lo que se traduce en más desigualdad, más listas de espera y mayor sobrecarga para las familias que conviven con el Alzheimer.

En este contexto, el papel de las asociaciones de familiares y enfermos de Alzheimer se vuelve insustituible. Juegan un papel fundamental acompañando, formando y sosteniendo a las familias en su día a día, cubriendo con esfuerzo y corazón lo que debería garantizar lo público. Ofrecen acompañamiento, talleres, terapias y apoyo emocional. Sin ellas, muchas familias estarían todavía más solas, pero trabajan con recursos limitados ante una demanda creciente.

Nuestro compromiso político es claro y urgente ,reforzar  el sistema público de dependencia, con más plazas y menos listas de espera.

Ofrecer apoyo real a cuidadores y  familiares, con medidas de respiro, formación y ayudas económicas.

Incrementar la inversión en investigación para avanzar en prevención, diagnóstico precoz y tratamientos.

Garantizar colaboración estable con asociaciones, asegurando recursos y continuidad de sus proyectos.

Es el momento de que las instituciones pongan a las personas en el centro, aumentando los recursos, ampliando la cobertura y apoyando a quienes cuidan cada día. Nadie debería enfrentar el Alzheimer solo y sin respaldo; cerrar esta brecha no es una opción, es una obligación.

 

El Alzheimer borra la memoria, pero no puede borrar la dignidad. El lema de este año, “Igualando derechos”, nos recuerda que la igualdad también se mide en cómo cuidamos a quienes más lo necesitan.

Lo viví en primera persona con mi madre y sé que detrás de cada historia hay amor, dolor y mucha entrega. Por eso, este 21 de septiembre reivindicamos memoria, dignidad y compromiso colectivo. Porque hablar del Alzheimer es hablar de derechos, de salud pública y de justicia social .

Pedimos que las personas con Alzheimer y sus familias reciban el respeto, la atención y los recursos que merecen. Los derechos deben ser iguales para todos y todas .

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