BLOGOSFERA

Francisco Javier Conejo Rueda

Convenciones y convicciones


He dejado reposar unos días entre los papeles de la mesa las páginas publicadas por los periódicos sobre la convención del PP celebrada en Málaga capital para mayor gloria de Francisco de la Torre. Si lo único que puede ofrecer un partido político es la mera conmemoración de una efeméride, su proyecto está agotado en sí mismo. Diez años de Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, son diez bofetadas a Celia Villalobos, a quien se le puede adjudicar sin infidelidad histórica alguna que fue la protagonista de que la derecha rancia malagueña se vistiera de populismo y obtuviera la mayoría en las elecciones de 1995, tras dieciséis años intensos de gobiernos socialistas.

El PP, tan acostumbrado al agravio, ha hecho lo propio con Villalobos. Sabe la actual diputada que a quienes encumbró al poder han sido quienes han pergeñado la ofensa. Al PP de Málaga le sobran los cinco años antes de la llegada del ciclón mediático de una alcaldesa que no llegó a arrasar, pero rugió lo suficiente. Esos cinco años de alcaldía de Villalobos, con luces y sombras, han sido el manantial de la década posterior. De la Torre es un rentista político. No sólo le debe a Celia Villalobos la alcaldía, porque fue ella (o su marido, Pedro Arriola) quien colocó al funcionario gris de agricultura como número dos en la lista de 1995, sino el legado de su gestión. En estos dos lustros De la Torre ha hecho del titubeo un modelo político; de la enumeración cansina e inoportuna de la gestión, su discurso, y del victimismo, su relato político.

La diputada cometió en la convención el mismo pecado que sus cachorros desmemoriados. Se olvidó de que en 1995 y años posteriores había reconocido la labor de su antecesor, el socialista Pedro Aparicio. Y del olvido pasó al insulto. «En 1995 nos encontramos con una ciudad arruinada, sucia, con mierda en la playa de la Misericordia y un desierto en materia de cultura ya que el anterior alcalde, Pedro Aparicio (PSOE), no hizo nada y se dedicó a otras cosas, pero no a preocuparse por los intereses de Málaga», recogió un despacho de la agencia Europa Press. Decir que Pedro Aparicio, después de dieciséis de servicio público, de imaginar una Málaga y enfrentarse a diario a la ciudad sin servicios básicos, decir de quien antes que mirar la nubes para soñar la Málaga del siglo XXI tuvo que clavar los ojos en sus zapatos manchados porque las calles eran terrosas, dejar la gestión del primer alcalde democrático en la palabra nada, viniendo de otra persona que ha asumido tales responsabilidades, sólo puede ser producto de una enajenación política que empieza a dejar de ser transitoria. No enumeraré aquí cuanto hizo Aparicio y su equipo de concejales y concejalas por Málaga. Sólo me basta recordar su entrega diaria a la ciudad, su visión anticipada a las necesidades de hoy, su conocimiento y reconocimiento de lo mejor que tenemos pero de nuestros defectos. Fue honesto con la ciudad que no lo vio nacer, pero en la que decidió vivir. No se elige donde se nace, sí se elige la ciudad que uno ama.

Quienes hayan llegado aquí pueden pensar que de nuevo otro artículo para hablar mal del adversario. Que la discrepancia es combustible de la democracia no requiere de explicación, pero los socialistas siempre hemos entendido que la crítica no se entiende sin propuesta. Próximamente, el PSOE se aglutinará en torno a un liderazgo en Málaga capital para proponer un nuevo proyecto político de futuro, confianza e ilusión. Frente al páramo de propuestas del PP, sembraremos con la ciudadanía nuevas ideas. Germinarán en el mismo terreno que con su trabajo abonaron los compañeros y compañeras socialistas que ostentaron cargos desde 1979 y 1995, pero también sobre el trabajo de los adversarios que alcanzaron el gobierno hace ahora una década y media. Reconoceremos sus aciertos, reconoceremos que vivimos un nuevo tiempo que requiere nueva gente, nuevas propuestas, nuevas sensibilidades.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos