BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

De juzgados y votos


De entre todos los días dedicados a poner de manifiesto alguna causa en la que creer, o por la que luchar, posiblemente el día 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, sea uno de los más necesarios e indiscutibles. Desde el domingo, los medios de comunicación han dedicado páginas, reportajes y secciones especiales a informar sobre este sucio problema, enquistado en todo el mundo pero también en sociedades ricas, educadas y biempensantes. Nadie está libre de ser víctima o verdugo. El monstruo acecha dentro de cada uno de nosotros.

En España, más de 700 mujeres han muerto en los últimos diez años en sucesos relacionados con la violencia de género, o violencia machista, como prefieran. Podemos mirar para otro lado, fingir que nuestra vida es un oasis de paz y tranquilidad. Pero si lo pensamos bien, seguro que cualquiera de nosotros ha visto escenas de maltrato psicológico, intuye relaciones de feroz dominación, conoce a mujeres tristes y anuladas, o incluso ha presenciado en primera fila alguna escena que ha ido más allá de lo tolerable.

Lo peor del caso es que estos patrones parecen repetirse o incluso ir a más en las generaciones jóvenes. Los celos son interpretados como una cuestión de amor. Los masculinos, por supuesto. El control de las salidas, de las llamadas o de las amistades prueba que los chicos quieren a sus novias. Miles de adolescentes encuestadas afirman sin tapujos que el maltrato es menos grave que la infidelidad, que sus novios les pongan los cuernos. Familias enteras se preguntan por qué sus hijas adolescentes y jóvenes no salen cuando sus chicos les dicen que no lo hagan, porque ellos no confían en ellas.

Por todos estos motivos, cualquier esfuerzo institucional en contra de la violencia de género se quedará siempre corto. Es insuficiente la educación, si los padres y madres no cortan de raíz comportamientos machistas entre sus hijos e hijas. Se queda corta la prevención, porque los medios de comunicación y algunas series televisivas se llevan por delante todo lo aprendido y avanzado en estos años de lucha sin cuartel contra la violencia machista. Las campañas de concienciación deben involucrarnos a todos y a todas, porque se trata de un problema colectivo que necesita de una implicación colectiva. Y por supuesto siguen siendo necesarios juzgados especializados para impartir justicia ante un problema que no cesa y que va a más de la mano del imparable crecimiento del protagonismo social de las mujeres.

Cuando hablamos de todo esto, es de salvar vidas y de dignificar la existencia de miles de mujeres de lo que estamos hablando. No es un tema de votos, es un asunto de dignidad social, de justicia y de derechos humanos. Un asunto que a todos nos hace mejores.

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